[Devocional Cristiano]¿Hasta cuàndo?

¿Hasta cuándo seguirás perdido? ¿Hasta cuándo Señor me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón? ¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando? Señor y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte; así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»; así mi adversario no se alegrará de mi caída». Salmo 13:1-4 

Silvana ya no quiere venir a la Iglesia. Han pasado semanas y tiene una lucha en su corazón. ¿Qué pasó? Hace un año atrás, todo parecía  tan perfecto, le hablaron de Cristo, le hablaron del amor y la verdad, se sintió envuelta con un manto de lealtad, toda esta gente tan tierna que le abrió los brazos le brindó un amor que desconocía. Ella no era una mala persona, no tenía adicciones ni grandes dilemas, sólo necesitaba un poco de comprensión y compañía, «que lindos los cristianos ellos me dieron esto y llenaron mi corazón de paz».

Pero ha pasado un año, ha considerado mejor las cosas, ya no esta tan sensible, ya le pasó la emoción; en su nueva normalidad ha sopesado sus decisiones, los amigos de antes la seguían buscando, se suponía que debía hablarles de su encuentro con Cristo, de la paz que llenó su alma, pero ¿entenderían ellos sus sentimientosí ¿No era demasiado pedir?

Sentía un compromiso fuerte con su nueva familia ¡Háblales de tu Señor Silvana, ellos necesitan conocer a Jesucristo! Le decían, pero no saben lo que piden. Ha pasado un año, Silvana ya no va a la Iglesia, ya no quiere leer la Biblia, se le dificulta orar, cuando piensa en Jesús le duele un poco el corazón, pero en el fondo sabe que él no la dejará, total ellos, los que se llamaban su familia, eran pasajeros, pero Jesús es compasivo y la comprende mejor que nadie.

Ha pasado un año, todo ha vuelto a la antigua «normalidad» los amigos de antes, las actividades de los fines de semana, la alegría y la fiesta duran una noche o dos, ella sigue intentando encontrar el gozo perdido, sigue buscando en «las naciones extranjeras» el bullicio y la algarabía que compense su soledad, pero ya nada es igual.

En esas naciones no hallarás paz ni descanso.

El Señor mantendrá angustiado tu corazón, tus ojos se cansarán de anhelar, y tu corazón perderá toda esperanza. Noche y día vivirás en constante zozobra, lleno de terror y nunca seguro de tu vida. 

Debido a las visones que tendrás y al terror que se apoderará de ti, dirás en la mañana: «¡Si tan solo fuera de día!» Deuteronomio 28:65-67.

Silvana, pequeña, vuelve a confiar en el único que conoce tu corazón, vuelve a alegrarte en el Señor que te salvó, el adversario se ha reído de ti, te ha llenado de tinieblas para que no veas el inmenso amor que te tiene el Señor, te ha hecho creer que te bastabas a ti misma, que un poco de aquí y otro poco de allá eran la medida perfecta, tú serías capaz de conjugar ambos mundos y no fue así. Has perdido el gozo, ya no tienes esperanza. En las noches cuando ya ni puedes caminar, ni pensar bien, cuando todos se han ido, en el fondo de tu corazón hay alguien que ha decidido quedarse contigo, el Espíritu Santo ha dicho: – Ella es mi templo-. 

Ha pasado un año, Silvana despertó aturdida otra vez, ha visto en su  mesita de noche su Biblia, se la compró con tanto anhelo de saber lo que Dios quería decirle, pero esta allí sin abrir ya semanas, es bonita, ha marcado en ella algunas citas que tocaron su corazón, la abrió y Dios habló:

¿Hasta cuándo vas a estar angustiada, hasta cuándo el enemigo te seguirá dominando?

Ha pasado un año y Silvanita ha vuelto a la Iglesia, entona un cántico de alabanza a Dios, se siente en familia otra vez, hay júbilo en el templo, hay gozo completo en su corazón.

«Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación, Canto Salmos al Señor. ¡El Señor ha sido bueno conmigo! 

Salmo 13:5-6.

Hoy el Señor me despertó de madrugada, me encontré con estos versículos y lloré pensando en ti, le rogué al Señor por tu alma, le supliqué que no te apartases más de tu Señor. No sé que puede haberte pasado, que desilusión te haya turbado, pero te ruego y estoy convencida que te lo estoy pidiendo con palabras del Señor, 

vuelve a tu hogar, vuelve a tu Señor.

Oración: Tú sabes Padre dónde hallar a cada uno de tus hijos, te ruego por cada uno de ellos. Tuviste tanta paciencia conmigo, me revestiste de gracia y perdón una y otra vez, convéncelos de tu inmensa misericordia. Atráelos con cuerdas de amor. Amén.

Estoy orando por ti

Martha Bardales

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