Predica No. 91: El poder de la honra (Parte 2)

El poder de la honra (segunda parte) Apostol Carlos Luna

En Nazaret a Jesús no lo miraban como Hijo de Dios, lo miraban como un carpintero. Jesús como carpintero no podía hacer milagros, solo sillas y mesas. No hay milagros donde no hay honra. A Jesús no lo rechazaron no porque no hay profeta en su tierra como algunos dicen, si no porque no hay profeta sin honra. ¿Por qué no le puedes pedir a tu esposo que ore por ti? Porque se han dejado de honrar y no has visto que esa persona tiene al Hijo de Dios por dentro. Tú puedes esperar el fluir del Hijo de Dios en cualquiera si solamente tus ojos pueden ver al Hijo de Dios que llevan dentro y no el caparazón que llevan fuera.

El hijo de Dios se disfrazó de carpintero. Quizá se ha disfrazado de tu jefe, de tu secretaria, o del doctor, porque el Hijo de Dios lo llevamos dentro. Si tu eres un ingeniero o arquitecto, y no logro ver al Hijo de Dios que llevas dentro, cuando yo necesite que alguien ore por mí, no voy a poder pedírtelo porque lo único que me puedes dar son planos y diseños, pero si miro un poco más adentro y veo que eres nacido de nuevo y que llevas al Hijo de Dios adentro, yo puedo esperar de ti un milagro. El Hijo de Dios que mora en ti va a fluir en el momento que yo te honre.

1 Samuel 1:6-18 «Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos. Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía. Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué llorasí ¿Por qué no comesí ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijosí Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino. Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora. Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.»

Esta historia es acerca de como Dios es capaz de hacer algo con aquel que sabe honrar a quien debe de hacerlo. La Biblia dice que no le debemos de deber nada a nadie, y que paguemos al que honra con honra. Si usted tiene a alguien a quien se debe de honrar y no lo hace, usted esta en deuda. Es lo mismo que la deuda económica, aunque no le llamen todos los días para cobrarle. La vida en medio de los problemas que nos trae, se va cobrar muy alto el precio de no haber sido personas que saben honrar a los que debemos honra.

Aún en la casa del Señor te puedes encontrar con gente que te irrita, que te caiga mal, que te molesta. A veces creemos que en la casa del Señor hay una cúpula que nos aísla de gente que nos irrita, pero no es así. Quizá tu estas adorando al Señor, viniste temprano, y de repente se aparece alguien que vino tarde tratando de pasar por donde tu estas y te interrumpe. Aquí leemos de una mujer que irritaba a Ana en el templo.

La honra tiene varios niveles. El primero es que debes honrarte a ti mismo. Si yo no sé honrar mi propia vida, no se honrar la vida de nadie más. ¿Cuál es la medida con la que puedo medir a mi prójimo? Con la medida en que me amo a mi mismo. Si yo no me amo a mi mismo, cómo puedo amar a otros. Si no me se honrar a mi mismo, cómo puedo honrar a otros. Las personas que no se saben honrar siempre están peleando con alguien. No se honran a si mismos en la mayoría de los casos porque tienen una falsa humildad. Yo muchas veces bromeo de mi mismo, no hay mejor sentido del humor que aquel que se ríe de si mismo. Cuando logras hacer esto, nada te va a poder afectar; lo que antes te hacía llorar, te va a hacer reír.

El segundo nivel de honra es honrar a tu casa. Ana honró a su casa, a su familia. Cuando alguien está deprimido una de las cosas que deja de hacer es comer. El esposo de Ana le dijo que por qué no comía. Hay dos épocas en que el soltero baja de peso: cuando quiere conseguir novia, y cuando lo corta la novia que consiguió. Hay otros que cuando están deprimidos les da de comer. Su esposo le dijo que acaso no era el mejor que diez hijos. Nosotros confundimos en nuestra relación familiar que debe o no debe de dar cada quien, por eso es que aparecen los celos innecesarios dentro las familias. Ana honró su propia vida, por lo tanto pudo honrar a su marido. Cuando el le dijo come, ella no peleó. Cuando el la desafió y le tocó el amor propio, no contestó, ella decidió comer y honrar a su marido. Dios la estaba probando. Dios quería saber que tanto honor había dentro de ella, cuánto honor podía dar. Ana se sujetó a su marido y lo honró. Cuando hablamos de honra a la familia, no solo habla del marido que es cabeza. También dice que tratemos a la mujer como un vaso honorable, que la tratemos sin aspereza para que Dios conteste nuestras oraciones. Si yo no sé honrar a mi esposa, ¿cómo puedo pedirle a Diosí Normalmente, en los hogares creemos que la honra solo es de hijos a padres y no de padres a hijos. A los hijos también se les honra.

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