Nuestro Andar Diario 09 de julio de 2005

Nuestro Andar Diario

9 de julio de 2005

Efesios 6:11-18
11 Revestáos con toda la armadura de Dios para que pod?is estar firmes contra las insidias del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que pod?is resistir en el día malo, y habi?ndolo hecho todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ce?ida vuestra cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz; 16 en todo, tomando el escudo de la fe con el que podr?is apagar todos los dardos encendidos del maligno. 17 Tomad también el yelmo de la salvaci?n, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. 18 Con toda oraci?n y síplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y síplica por todos los santos.

La batalla por el alma
El pecado se está agazapando a mi puerta, listo para saltar.

Estoy tan herida. Me siento molesta. He sido traicionada y no hay justicia. Alguien me quit? algo que nunca recuperar?. Nadie viene a mi rescate. Nadie arregla esto. Debo tomar el asunto en mis propias manos.

Un momento. Veo una oportunidad de desquitarme. Puedo hacer que esta persona sufra de la manera en que yo he sufrido. Valdr? la pena la satisfacci?n de saldar esta cuenta. Ser? tan f?cil, y nadie nunca lo sabr?.

?Nadie? Bueno, es decir, excepto yo. Y Dios lo sabr?. Él ver? lo que he hecho. Él sabr? que eleg? el mal sobre el bien. Él sabr? que en vez de confiar en su amor y protecci?n, ced? a mi deseo maligno de hacer que alguien pagara. Y luego Él sabr? de la traici?n que sent?.

No quiero traicionar a Dios. No quiero decepcionarlo. No quiero desobedecerlo y alejarme de su amor.

Y no quiero dar a Satan?s un punto de apoyo en mi vida. Quiero desquitarme, pero hacerlo le dará algo que no quiero que Él tenga.

?Estoy dispuesta a renunciar a mi devoci?n a Jesís por un momento de venganza? Es tentador, pero no. No vale la pena. Esta urgencia por desquitarme de esta persona es fuerte, pero no es más fuerte que mi lealtad y mi agradecimiento por todo lo que Dios ha hecho por m?.

Esta decisi?n de buscar venganza es una batalla por mi alma, y no quiero que Satan?s tenga mi alma ni la de nadie más.

Gracias, Señor, por ayudarme a resistir al maligno en mi vida. Ay?dame a darme cuenta de que esta vida no sÉlo trata de m?. Trata de una guerra, de una guerra por el alma. Ay?dame a vivir una vida digna, libre de la trampa de la venganza.  –AS

destino
?Alguna vez he actuado en base a mi deseo de venganza? ¿Cuál fue el precio que pagu? por ceder a esto? ¿De qué manera obtiene Satan?s un punto de apoyo en mi vida cuando cedo a la venganza? ?Por qué la venganza es tan dulce. . .  y tan amarga?

en resumidas cuentas: desquitarse de alguien nos saca del camino de Dios.

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