Nuestro Andar Diario 10 de julio de 2005

Nuestro Andar Diario

10 de julio de 2005

Hebreos 12:1-6
1 Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despoj?monos también de todo peso y del pecado que tan f?cilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesís, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soport? la cruz, menospreciando la verg¿enza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. 3 Considerad, pues, a aquel que soport? tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os cansíis ni os desanim?is en vuestro corazón. 4 Porque todav?a, en vuestra lucha contra el pecado, no hab?is resistido hasta el panto de derramar sangre; 5 además, hab?is olvidado la exhortaci?n que como a hijos se os dirige: Hijo m?o, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por Él; 6 porque el se?or al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.

El ni?o que no desiste
Lo que algunos atletas carecen en capacidad lo compensan con corazón. Lo que a algunos les falta en fuerza y en habilidad, lo compensan con pura determinación. Y algunas veces los muchachos que no tienen oportunidad de ganar en absoluto son los que más inspiran a sus compañeros de equipo, a sus amigos, y a las personas que ni siquiera los conocen.

Rick Reilly, escritor de la revista Sports Illustrated, cont? de un joven atleta con estas caracter?sticas: un estudiante del tercer a?o de secundaria llamado Ben Comen. Él sufre de parÉlisis cerebral y sin embargo, es miembro del equipo de carreras a campo traviesa de la escuela secundaria Hanna, y corre en todas las carreras. Generalmente, al ganador le toma 16 minutos hacer el recorrido de cinco kil?metros; a Ben le toma 51 minutos.

Reilly identific? su estilo para correr como el de «un hombre que se abre paso a golpes a través de un matorral amaz?nico». Tiene que arrastrar el costado izquierdo mientras avanza, apenas si levanta los pies del suelo y a menudo tropieza. Pero se vuelve a levantar, algunas veces sangrando, y sigue arrastrando los pies por el trayecto hasta que llega a la meta. Cuando ya se acerca, la mitad del cuerpo estudiantil corre para ir junto a Él. ?Todos vitorean!

?Por qué lo hace Ben? Él lo explica: «Me gusta mostrar a la gente que o podemos dejar de intentarlo, o podemos levantarnos y seguir adelante.»

Algunos creyentes parecen correr la carrera de la vida cristiana a paso suave y ligero, guiando al pelot?n sin esfuerzo aparente. Son ganadores, y no les quitemos nada. Pero la mayor?a de nosotros caminamos pesadamente y cojeamos a lo largo del camino cuando se trata de obedecer a Jesís. Nos apartamos del camino, tropezamos con obst?culos de poca importancia, usamos una t?cnica espantosa. Lo más f?cil para nosotros ser?a simplemente rendirnos, sentarnos al lado del camino y dejar que los demás pasen corriendo, echarnos allí a sollozar cuando caemos.

Un muchacho como Ben nos ilustra que aun cuando puede que no tengamos la energía, los talentos, los dones o el entrenamiento que tienen algunos creyentes, nuestro papel es el de aceptarnos a nosotros mismos, olvidarnos de las cuestiones de estilo y seguir adelante, con los ojos puestos fijamente en Jesís. Un glorioso grito de bienvenida nos espera cuando lleguemos a la meta.  –DCE

destino
?Qu? creyentes conozco que hayan vencido grandes obst?culos para correr como ganadores para Jesísí ?Qu? es lo que más me desalienta en mi carrera para Jesísí ?Por qué? ?C?mo puedo vencerlo?

en resumidas cuentas: sigue corriendo. D?jale los resultados a Jesís.

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