Devocional Diario 11 de Agosto del 2005

 

 

 

 

 

 

Jueves 11 de Agosto del 2005

 

 

Filipenses 4:6-7

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

 

¿Cómo orar?

 

 

 

 

–Nunca he rezado en mi vida, decía en tono provocador una madre de familia. Usted sabe, la religión y yo…–Sin duda, nunca se le ha enfermado un niño, la interrumpió una vecina cristiana:

–Sí, uno de mis hijos estuvo a punto de morir…– ¿Y no pidió la ayuda de Diosí – ¡Oh sí! ¡Pero nunca he recitado oraciones!–¿Usted cree que sólo se ora cuando se recitan oraciones preparadas de antemano? El “Padre nuestro” es una magnífica oración que Jesús enseñó a sus discípulos. Pero precisamente sólo tengo el derecho de recitarla si estoy segura de que Dios es mi Padre y que yo soy realmente su hija. Luego, ¿puedo formularla maquinalmente sin preocuparme por el sentido de las palabras o repetirla diez veces pensando en otra cosa? ¿Es Dios indiferente a lo que sale de nuestros labiosí Cuando digo: “Santificado sea tu nombre”, ¿puedo a continuación jurar o hablar mal de alguien? Si agrego: “Hágase tu voluntad”, ¿no debo someter mi voluntad a la suya? ¡Cuidado, Dios no puede ser burlado!

Pero Dios, quien ama a cada ser humano, conoce nuestro corazón. Lo importante no es la forma de la oración. Dios oye tanto una oración balbuceante o informe como un grito o un suspiro dirigido a él por un alma angustiada. ¿Ya hizo usted esta experiencia?

 

 

 

 

 

 

© Ediciones Bíblicas “La Buena Semilla 1166 PERROY (Suiza)

 

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