Devocional Diario 16 de Agosto del 2005

 

 

 

 

 

 

Martes 16 de Agosto del 2005

 

 

Proverbios 13:7

Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada; y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas.


Efesios 3:8

Las inescrutables riquezas de Cristo.

 

Falsa pobreza, verdaderas riquezas

 

 

 

 

El siguiente hecho fue contado hace algunos años por un diario del sur de Francia: Un hombre de mediana edad, de aspecto bondadoso y vestido con ropa desgastada dormitaba en la playa cerca de Tolón. Como no podía probar que poseía un domicilio y no tenía consigo el mínimo de dinero exigido por la ley, fue llevado a la comisaría como vagabundo. Entonces “Alfredo” sugirió a los policías que hablaran por teléfono a su administrador principal en el norte de Francia: éste mandaría un giro bancario. ¿Fue una broma de mal gusto? ¡En absoluto! Se trataba de un millonario que había decidido abandonar por un tiempo todas sus comodidades, a fin de vivir una vida errante. ¡Para él era un juego novedoso!

Preferimos esta búsqueda de la simplicidad a la ostentación, a veces odiosa, de las riquezas. Pero, ¡cuán poco compartía ese hombre las privaciones y las angustias de los verdaderos necesitados! Y, ante todo, ¿era él “rico para con Dios”? (Lucas 12:21).

Pensamos en el Hijo de Dios, Creador y Todopoderoso, heredero de todas las cosas, quien siendo rico, vivió en la pobreza por nosotros, para que con su pobreza fuéramos enriquecidos (2 Corintios 8:9). ¡Qué gracia y qué humillación! Si descendió hasta nosotros fue para elevarnos hasta él. Creer en Jesús el Salvador nos lleva a comprender verdaderamente al pobre: “Bienaventurado el que piensa en el pobre” (Salmo 41:1).

 

 

 

 

 

 

© Ediciones Bíblicas “La Buena Semilla 1166 PERROY (Suiza)

 

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