[Devocional_Diario] Todo por una ovejita

Todo por una ovejita

«Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel. -¡He pecado contra el Señor!- reconoció David ante Natán. -El Señor ha perdonado ya tu pecado, y no morirás-. II Samuel 12:12-13 David parecía estar ciego cuando se dejó llevar por la pasión y adulteró hasta llegar al asesinato. Pero todo terminó dramáticamente cuando Natán guiado por el Espíritu Santo, lo enfrentó. Relató la historia del imaginario hombre poderoso, dueño de ovejas y vacas que tomó la oveja que había sido amada como una hija por el hombre pobre. El Espíritu de Dios logró su propósito, David se encendió en cólera: -¡Cómo era posible semejante injusticia!- -¡Quitarle su única ovejita para convertirla en alimento de sus amigos!- La ira se encendió en el corazón de David, ese hombre recibiría el castigo. Pero en un segundo, todo se revertió en su contra: -¡Tú eres ese hombre!- Entonces cayeron las escamas de los ojos del ungido de Jehová; su alma quedó bajo la luz incandescente de la santidad de Dios. Pudo ver su pecado con una nueva y completa claridad, lo vio a la luz de pureza de Dios. El arrepentimiento comienza con la revelación del Espíritu Santo sobre nuestro pecado. Cuando nos hacemos los sordos y fríos para reconocer nuestras imperfecciones, Dios tiene que intervenir y hacernos ver lo bajo que hemos caído. Tenía 7 años cuando fui a mi primer campamento de verano, como hermana de uno de los pastores organizadores tenía el privilegio de asistir a todos los que organizaban nuestra denominación. Lo que más me llamaba la atención, era el último día del retiro. Preparaban una fogata que parecía que nunca terminaría por extinguirse, nos colocaban a todos los pequeños alrededor y acto seguido nos animaban a tomar un pequeño trozo de leña, colocarlo en el fuego y con ese acto simbólico, poner en el fuego todas mis debilidades. Todo el tiempo que duraba esta ceremonia, yo miraba sorprendida, como mis amiguitos tan chistosos y juguetones, se convertían en un instante en chiquillos arrepentidos y sinceramente humillados. Colocaban su maderita y acto seguido, decían su pecado oscuro y vergonzoso. ¡Cómo quería ser como ellos! ¡Pero no lograba recordar ninguna hazaña tan sucia como para arrepentirme! Sólo si logramos ver nuestro interior como Dios lo ve, podremos sentir los síntomas de un verdadero arrepentimiento. «Cuando entramos en contacto con Dios, percibimos el pecado tal como es, sin justificaciones y excusas, entonces allí se rompen las compuertas de la tristeza y no puedes evitar postrarte sobre tu rostro y derramar un torrente de lagrimas sobre tus pecados». Charles Finney La tristeza que lleva al arrepentimiento es santa. Si piensas que esta sólo es aquella que te llevó a la salvación, no olvides que el arrepentimiento es una actitud de vida, el arrepentimiento verdadero da fruto de gratitud y gracia. «La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte». Oración: A veces pareciera que ya no soy capaz de sentir vergüenza por las debilidades que afean tu creación perfecta, muchos de tus hijos, ya han sido apartados del mundo y no han caído otra vez en los pecados que la sociedad condena o la falsa moralidad no admite como permitidos. Pero tu santidad ve más allá de los «grandes pecados». Tú Señor buscas nuestra santidad. Pon Padre bueno, tu sentir en nuestros corazones para que tengamos dolor por nuestra debilidad de carácter, nuestras ambiciones y egoísmos, los celos y juicios errados. Llena el corazón de cada uno de nosotros de un arrepentimiento que provoque la algarabía en los cielos, por un pecador arrepentido. Amén.

Martha de Bardales Iglesia Bíblica Emmanuel de la Molina

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