Devocional Diario 01 de Setiembre del 2005

 

 

 

 

 

 

Jueves 01 de Setiembre del 2005

 

 

Romanos 4:5

Al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.


Hebreos 11:6

Sin fe es imposible agradar a Dios.

 

“Solamente di la palabra”

 

 

 

 

El centurión, cuya gestión ante Jesús nos cuenta el capítulo 8 del evangelio según Mateo, tenía grandes cualidades. Como jefe sabía hacerse obedecer; decía a su súbdito: “”, y éste iba; “ven”, y venía; “haz esto”, y lo hacía. Pero pese a esto, el centurión seguía siendo humilde, pues dijo a Jesús: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo” (8:8). Manifestó un conmovedor interés hacia su siervo enfermo, pidiendo a Jesús que le sanara.

El Señor, ¿tuvo en cuenta todas esas cualidades para responder a su ruego? En absoluto. Nadie puede merecer los dones o las bendiciones divinas bajo el pretexto de que es bueno, justo, amable y sincero. Si Jesús respondió al centurión fue porque halló en él la fe que le agrada. “Sin fe es imposible agradar a Dios”, precisa la epístola a los Hebreos (11:6). Cuando el centurión declaró: “Solamente di la palabra, y mi criado sanará”, Jesús, respondiendo a su fe, sanó al siervo. La fe de ese hombre es admirable. Solamente necesitaba la palabra, y esa palabra le traería la certidumbre de la liberación.

Esa palabra liberadora también fue pronunciada por Jesús para usted: “El que cree en mí… vivirá” (Juan 11:25). No son sus cualidades ni sus méritos los que le procurarán el favor de Dios, sino la fe en la obra expiatoria cumplida por el Hijo de Dios en el Gólgota. “Sois salvos por medio de la fe… no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

 

 

 

 

 

 

© Ediciones Bíblicas “La Buena Semilla 1166 PERROY (Suiza)

 

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