Devocional Diario 08 de Setiembre del 2005

 

 

 

 

 

 

Jueves 08 de Setiembre del 2005

 

 

1 Reyes 8:57-58, 60

Nuestro Dios… no nos desampare ni nos deje. Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus decretos… a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que el Señor es Dios, y que no hay otro.


1 Juan 3:18

No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

 

El espejo de Dios

 

 

 

 

Dios escogió a los descendientes de Israel para que por medio de éstos las demás naciones aprendieran a conocerlo y respetarlo. Ante la prosperidad material y el orden de un pueblo obediente a su ley y a sus mandamientos, todos sus vecinos habrían comprendido que el Dios de esa nación-modelo era verdaderamente un Dios poderoso, sabio y bueno.
Por desdicha, en lugar de permanecer fieles al Dios que los había sacado de Egipto para hacerlos habitar el hermoso país de Canaán, los israelitas desobedecieron y se volvieron a los ídolos. Después de innumerables advertencias, Dios se vio obligado a castigarlos mediante sucesivos juicios.

Hoy en día, a los cristianos les corresponde ser «el espejo» de Dios en esta tierra, no al sobresalir por medio de una brillante prosperidad material o una notable organización, sino por reflejar en la práctica una vida agradable a Dios y un amor real.

Nuestros contemporáneos deberían discernir ese amor al ver las relaciones de los cristianos entre sí: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35), dijo el Señor Jesús.

 

 

 

 

 

 

© Ediciones Bíblicas “La Buena Semilla 1166 PERROY (Suiza)

 

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