BUSCA LA BENDICIÓN Y ROMPE LA MALDICIÓN

Busca la Bendición y Rompe la Maldición

por: Danilo Montero

«Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra». (Gn. 12:1-3).

Esta es la bendición de los patriarcas que cayó sobre Abraham. Dios le dijo: «Ciertamente te bendeciré y tú serás bendición a todas las naciones y familias de la tierra, aquellos que se atrevan a bendecirte serán bendecidos y aquellos que se atrevan a maldecirte, la maldición que ellos dijeren contra sí se volverá sobre sus propias cabezas».

Esa bendición fue específica para Abraham, pero a través de esa bendición Dios quería alcanzar a cada creyente. Dios sabe lo importante que es que tú y yo seamos bendecidos para poder desarrollarnos.

En (Gn. 17:4,10) nota que cuando Dios bendice a Abraham, no solamente lo bendice a él, sino que también bendice a los que vienen detrás y el destino de sus países.

En la historia de Esaú y de Jacob (Gn. 25:22-26), Rebeca sentía mucho movimiento en su vientre, y fue a consultar a Dios y Él le dijo: «Rebeca, en tu vientre hay dos pueblos y algo va a pasar con esos dos hijos pues el mayor servirá al menor». Y luego de una intensa lucha, nace primero Esaú. Pero cuando sale su hermano que desde las entrañas anhela ser bendecido, sale trabado del pie de su hermano, y por esa razón sus padres lo llamaron Jacob, que quiere decir suplantador.

Jacob es aquella persona que sin ser digna de esa bendición, sin tener el derecho de recibirla, lucha durante toda su vida por ser bendecido.

La Biblia habla de casos y familias que son iguales a las nuestras. Esaú fue el favorito de su papá. El hijo mayor es siempre el orgullo del papá. Un padre puede tener muchos hijos, pero el hijo mayor tiene algo muy especial. Esaú aprendió a cazar como su padre. En cambio Jacob era todo delgaducho, nunca hizo ejercicios, tenía la cabeza grandísima, unos anteojos así como de fondo de botella, se la pasaba metido en la computadora navegando en el Internet, y le gustaba quedarse en la casa. Y mientras Esaú andaba matando pájaros por todas partes con una flecha quebrándole los cristales a los vecinos y metiéndose en problemas, Jacob estaba en su casa leyendo su libro y eso a su mamá le encantaba porque así no tenía que estar sola ?ahí está mi hijito Jacob, tan especial, con un carácter tan dulce, se parece a mí.

¡Qué situación difícil! Un niño como Jacob necesita ser afirmado, sentirse aceptado por su papá.

Es curioso ver otras historias en la Biblia donde el menor, como en el caso de José, es el favorito. ¿Por qué? Porque fue un golazo de su papá, su papá lo tuvo en su vejez. Algunos hijos son favoritos por otros motivos.

Jacob fue una persona que buscaba la bendición de su padre pero sabía que no le correspondía. Jacob hizo alarde de su nombre «suplantador», y se aprovechó de un momento de debilidad de su hermano Esaú que era un tipo sin perspectiva espiritual, que vivía por lo que le pedía su cuerpo. Esaú, un hombre sin visión, le vende su primogenitura por un plato de lentejas, y la Biblia dice: «Por tanto Dios aborreció a Esaú y amó a Jacob».

El día que Jacob recibe la bendición de su padre, su madre y él, brincan de alegría, porque el niño despreciado de papá es el escogido de Dios para ser el líder de la tribu. Ese día cuando Dios a través de su padre bendice a Jacob, Jacob se convierte en el próximo patriarca, en el líder de toda una nación.

Unos minutos después Esaú entra, le trae a su papá la sopa y su papá llora y Esaú llora porque se da cuenta que alguien le ha robado la bendición a Esaú. Se hinca delante de su padre y le llora y le dice «padre tiene que haber quedado una bendición para mí».

Para nuestra cultura es difícil comprender esto. Isaac pudo haber repetido la oración, diciendo, -me equivoqué Señor, ahora si voy a bendecir al que es de verdad-. Pero fíjate que no se podía. Una vez que el padre abría los labios y profería una bendición, se cerraba el asunto.

Isaac le dice a Esaú: «Sí, queda una, de cierto te digo que tú servirás a tu hermano menor». No sientan lástima por Esaú, a mí me duele, pero Esaú era un hombre sin discernimiento espiritual, en cambio, Jacob consiguió las bendiciones a la fuerza.

Luego de 15 o 20 años, Dios confronta a Jacob el día que Esaú lo busca. Jacob muy inteligente sabe que al otro lado del río está su hermano, y piensa que Esaú está furioso todavía y lo va a matar. Entonces manda regalos y cobardemente envía a sus dos esposas por delante.

Jacob se queda sólo, y comienza una lucha con Dios mismo. Jacob entiende que la bendición que él necesita no es la de papá y mamá, sino la de Dios.

Si tú estás pasando por una situación como la de Jacob, sabes que no eres el favorito de papá o mamá, quiero que comprendas, que tú puedes cambiar el destino tuyo y de tu generación, sin importar lo que tus padres hicieron o dejaron de hacer. Es lo que el Padre Celestial dice de ti, y la bendición que Dios te dé, lo que cuenta.

Jacob agarra a aquel ángel con las uñas y pelean toda la noche y Jacob le decía no ?te voy a dejar si no me bendices-. Jacob personalizó toda su lucha por ser un hombre bendecido por Dios. De pronto el ángel le golpea la coyuntura de una parte de su cuerpo y cae al piso. Ya no puede pelear, ya no puede suplantar, es simplemente un hombre humillado que ruega ser cambiado y es entonces que Dios interviene.

Mientras tú creas que tú puedes ser la fuente de los cambios que buscas y necesitas, vas a ser un religioso. Porque la religión nace en el orgullo del hombre que piensa que él puede sin la necesidad de Dios.

De adolescente yo fui ese tipo de personas, muchos ayunos, oraciones, leía la Biblia varias veces al año. Yo creía que yo podía alcanzar ciertos niveles e impresionar a Dios. Servía en la iglesia, dormía en la iglesia; creía que con ese tipo de compromisos tan intensos podía alcanzar el favor de Dios y Dios tuvo que dejarme estrellar contra la pared, la pared de mis propios pecados, de mis debilidades, para que yo entendiera que no puedo. Y en el piso, cuando el hombre es humillado, es entonces cuando interviene el Señor.

Y el ángel le dice: «Me voy pero antes de irme quiero que me digas tu nombre». Dios está paseándose entre nosotros buscando gente que tenga un corazón perfecto, porque se requiere un corazón perfecto para contestar esta pregunta. La pregunta del ángel es para todos. ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?. En tu fuero interno ¿quién eres tú?

Tienes dos opciones, puedes seguir pretendiendo que estás bien, santo, en victoria, o puedes quitarte la máscara y dejar salir quien eres en realidad. Tienes la oportunidad de confesar lo que te pasa. Da vergüenza y es muy duro. Yo creo que a Jacob le temblaron los labios tratando de decir lo que él no quería decir.

Tu camino hacia la liberación es poder aceptar en tu corazón quién eres y con qué luchas. Y más doloroso aún confrontar que has sido menospreciado por tus padres, tus amigos, tus hermanos. ¿Cómo te han llamado? ¿Qué apodo o sobrenombre tienes? Aceptarlo es sólo un punto de partida, porque todo ha sido mentira del diablo sobre tu vida. Una vez que tú aceptas el engaño en el que Satanás te ha mantenido, puedes ser liberado para siempre, en el nombre de Jesús.

Jacob lo aceptó, -si, yo soy un suplantador-. Y en ese instante cuando el hombre confiesa, el ángel viene y le dice ?sí, es cierto no te voy a decir mentiras, tú eres un suplantador, pero he aquí tengo un nombre nuevo para ti. Y en la presencia de Dios le dijo, al fin vas a escuchar la bendición que estás buscando, no te la da ningún hombre no te la da tu papá, porque no podía dártela, pero ahora te la doy YO el Dios que te creó. Y déjame decirte, los hombres te han llamado mentiroso, pero yo no te llamo así. Te han dicho que eres maldición pero yo te digo que eres bendición. Te han dicho que eres un bueno para nada, pero yo te digo que harás grandes cosas. Te dijeron que nunca tendrías éxito, pero yo te digo que florecerá tu vida.

Tal vez te haz visto en el espejo y odias lo que ves en el espejo, pero YO te voy a enseñar a ver lo que YO veo.

No será más tu nombre Jacob, sino que serás un príncipe con Dios y el Espíritu Santo. Deja de buscar esa bendición de amor que los hombres no te pueden dar, deja de reclamar porque papá estuvo o porqué papá no estuvo, porqué te dijeron estúpido, tonto, necio, porque según la gente, no prosperarías.

El Espíritu Santo está aquí para decirte que nada de eso es cierto. ?YO, dice el Señor, tengo una bendición para ti, tengo un nombre nuevo para ti, la huella que tus padres dejaron no es la huella que YO voy a dejar en ti, YO te voy a arrancar esa huella y convertir toda tu vida en bendición.

Que Dios los bendiga mis amigos que este maravilloso día sea de mucha bendición para cada uno de ustedes.

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