"?Cu?ndo est? normal mi mente?"

«¿Cuándo está normal mi mente?»

Por Joyce Meyer

(Porque yo siempre oro) pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación (de discernimiento en los misterios y secretos) en un mejor (más profundo e íntimo) conocimiento de Él. Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de Su Llamamiento, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos (apartados para Él)

Efesios 1: 17 – 18

Observa que Pablo ora para que tú y yo ganemos sabiduría al tener Élos ojos de (nuestro) corazón? iluminados. Basada en muchas cosas que he estudiado, interpreto Élos ojos del corazón? como la mente. ¿En qué condición debería estar nuestra mente como cristianosí En otras palabras, ¿cuál sería el estado normal de la mente de un creyente? A fin de contestar esta pregunta, tenemos que buscar en las diferentes funciones de la mente y el espíritu. De acuerdo con la Palabra de Dios, la mente y el espíritu trabajan juntos: esto es lo que yo llamo el principio de Éla mente ayudando al espíritu?. Para comprender mejor este principio, veamos cómo obra en la vida de un creyente.

EL PRINCIPIO DEL ESPÍRITU – MENTE

Porque entre los hombres, ¿quién conoce (percibe y entiende) los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce (percibe y comprende) los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios.

1 Corintios 2:11

Cuando una persona recibe a Cristo como su Salvador personal, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de ella. La Biblia os enseña que el Espíritu Santo conoce la mente de Dios. Tal como el espíritu de una persona dentro de sí, es el único que conoce sus pensamientos, asimismo el Espíritu de Dios es el único que conoce la mente de Dios. Puesto que el Espíritu Santo vive en nosotros, y ya que Él conoce la mente de Dios, uno de Sus propósitos es revelarnos la sabiduría y la revelación de Dios. Esa sabiduría y esa revelación se la imparte a nuestro espíritu, y nuestro espíritu entonces ilumina los ojos de nuestro corazón, que es la mente. El Espíritu Santo hace esto para que podamos entender desde un nivel práctico lo que se nos está limitando espiritualmente.

¿Normal o anormal?

Como creyentes, somos espirituales, y también somos naturales. Lo natural no siempre entiende lo espiritual, por lo tanto, es vitalmente necesario que nuestras mentes sean iluminadas en lo que respecta a lo que está sucediendo en nuestros espíritus. El Espíritu Santo desea traernos esta iluminación, pero la mente con frecuencia se pierde lo que el espíritu está intentando revelarle porque esta demasiado ocupada. Una mente que está demasiado ocupada es anormal. La mente es normal cuando está descansando; no en blanco, sino descansando. La mente no debe llenarse con razonamientos, preocupaciones, ansiedades, temores y cosas así. Debe estar en calma, tranquila y serena. Mientras adelantamos en esta segunda parte del libro, observarás muchas condiciones anormales de la mente y posiblemente las reconozcas como condiciones frecuentes de tu propia mente. Es importante entender que la mente necesita ser mantenida en la condición ?normal? descrita en este capítulo. Compárala con la condición usual de nuestras mentes y verás por qué con frecuencia el Espíritu Santo nos revela tan poco, y por que demasiado a menudo sentimos que nos falta sabiduría y discernimiento.

Recuerda que el Espíritu Santo intenta iluminar la mente en los creyentes. Da información de Dios al espíritu de la persona, y si el espíritu y la mente se están ayudando uno al otro, la persona puede andar en la divina sabiduría y discernimiento. Pero si su mente está demasiado ocupada, se perderá lo que el Señor está tratando de revelarle mediante su Espíritu.

LA VOCECITA APACIBLE

Entonces Él dijo: ?Sal y ponte en el monte delante del Señor?. Y he aquí que el Señor pasaba. Y un grande y poderoso viento destrozaba los montes y quebraba las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Despues del viento un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Despues del terremoto un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y después del fuego, un susurro de una brisa apacible?.

1 Reyes 19:11 ?12

Durante años he orado por revelación, pidiéndole a Dios que me revele cosas por medio de Su Espíritu que vive dentro de mí. Sabía que esa petición era bíblica. Creí la Palabra y me sentí segura de que tal como lo pedía, lo recibiría. Pero, la mayor parte del tiempo me sentía como lo que yo llamaba una ?sonsa espiritual?. Entonces me enteré de que no recibía mucho de lo que el Espíritu Santo quería revelarme, simplemente porque mi mente estaba tan errática y ocupada que se estaba perdiendo la información que se le ofrecía.

Imagínate a dos personas juntas en una habitación. Una está tratando de murmurarle un secreto a la otra. Si la habitación está llena de ruidos fuertes, aunque el mensaje se está comunicando, el que espera por la información secreta no la oirá, sencillamente porque hay tanto ruido en la habitación que no puede oírla. A menos que esté prestando una cuidadosa atención, puede que ni si quiera se entere de que le están hablando.

Esa es la forma en que ocurre la comunicación entre el Espíritu de Dios y nuestro espíritu. Las maneras del Espíritu Santo son muy suaves; la mayor parte del tiempo nos habla como lo hizo al profeta en este pasaje: con una ?vocecita apacible?. Por lo tanto es vital que aprendamos a mantenernos en una condición que nos permita oír.

EL ESPÍRITU Y LA MENTE

Entonces ¿qué? Oraré con el espíritu (por el Espíritu que está dentro de mí), pero también oraré (inteligiblemente) con el entendimiento….

1 Corintios 14:15

Quizás la mejor manera de entender este principio de la ?mente ayudando al espíritu? es pensar en la oración. En este versículo el apóstol Pablo dice que él oraba tanto con su espíritu como con su mente.

Entiendo de qué está hablando Pablo porque yo hago lo mismo. Con frecuencia oro en el espíritu (en una lengua desconocida); despues que he orado así durante un rato, a menudo algo viene a mi mente para que ore en mi propia lengua. Creo que de este modo la mente ayuda al espíritu. Obra juntos para que el conocimiento y la sabiduria de Dios me lleguen de una forma en que yo pueda entenderla.

Esto también obra a la inversa. Hay ocasiones en que deseo orar, así que me presento a Dios para orar. Si no siento nada especial en el espíritu, simplemente empiezo a orar con mi mente. Oro por cosas o situaciones que conozco. Algunas veces estas oraciones pareen no tener impacto; no viene ayuda de mi espíritu. Parece como si estuviera luchando, así que sigo a otras cosas de las que ya tengo conocimiento. Continúo de esa forma hasta que el Espíritu Santo toma el control dentro de mí con respecto a algún asunto. Cuando lo hace, entonces sé que he dado con algo por lo que yo quiero orar. De este modo mi mente y mi espíritu están trabajando juntos, ayudándose uno al otro a cumplir la voluntad de Dios.

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