LA BIBLIA ROTA 2

LA BIBLIA ROTA 2

«La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.» Hebreos 4:12.

Juan Moulton era un almacenero en Nueva Inglaterra, E.E.U.U. Su padre murió en el año 1910 y le dejó como legado una Biblia grande. Juan despreciaba la Palabra de Dios y decidió usar la Biblia para envolver la mercadería que los clientes compraban. Su señora le advirtió que era un acto de sacrilegio, pero no le hizo caso. Nadie se atrevió a enrostrarle por su práctica hasta que un campesino fue a comprar nueces. El almacenero hizo como de costumbre y puso una hoja de la Biblia en el platillo de la balanza.
Pesó las nueces. Estaba a punto de envolverlas cuando el campesino le paró abruptamente. «No, no, no, Señor Moulton, Ud. no va a usar estas hojas para hacer paquetes con las cosas que yo compro aquí. Este papel no es para mis nueces.» «Bueno, no tengo otro papel», dijo el almacenero. «Entonces, pásemelas», ordenó el anciano campesino en forma cortante, «las voy a echar en mi bolsillo tal cual». Con una mirada de lástima, primero hacia el almacenero y luego hacia la Biblia, se fue.

Apenas el anciano había salido por la puerta cuando Juan Moulton, mirando a sus amigos y, con una mueca burlona retratada en su rostro, gritó tras el campesino: «Muchos de sus hermanos por acá han llevado su cosas envueltas en este papel. Ud. es el primero en oponerse.» Pero él cristiano del campo no le contestó. En su mano Juan Moulton tenía la hoja de la Biblia que no alcanzo a usar y no sabiendo que hacer con ella, la dobló y la puso en su vestón. Después sus compañeros se despidieron y Juan Moulton cerró por la noche.

Tuvo que anotar las cifras de venta del día en los libros de contabilidad. Registró sus bolsillos por si le hubiera quedado algo y encontró la hojita. Echó un vistazo y encontró algo interesante. Por eso, siguió leyendo. Era el último capítulo del libro de Daniel. Lo leyó una vez, dos veces y volvió a leerlo, pero sin sacar provecho. Sus años de ignorancia voluntaria le habían dejado sin noción alguna referente al significado de las enseñanzas bíblicas. Era el último versículo que martillaba en su mente:
«Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y tú levantarás para recibir tu heredad al fin de los días» (Daniel 12:13). Como brazas ardientes, las palabras quemaban en su corazón, pues «La palabra de Dios es viva y eficaz.»
Dios utiliza la Biblia para hablar al ser humano, y no hay corazón tan duro que su Palabra no sea capaz de romperlo. Por eso, dependamos del poder que hay en la Biblia, la Palabra de Dios. Juan Moulton ya lo sentía. –(Continuará) -Tr.DAJ

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí