?ES USTED MIEL O VINAGRE?

 

¿ES USTED MIEL O VINAGRE?
 
«De la misma boca salen bendiciones y  maldiciones» (Santiago 3:10).
Cuando alguien lo ofende, ¿cómo reacciona? Si usted tiene comunión con Dios, lo que salga de su corazón será puro y bueno. Si no es piadoso, saldrá el mal porque dijo Jesús que, lo que está en su corazón se reflejará en su vocabulario y conducta (ver cita abajo).
Bajo la influencia del mismo sol la cera se ablanda y el barro se endurece. El efecto del calor depende de la calidad del objeto que la recibe. Así, en la vida, las mismas realidades, los mismos acontecimientos producen efectos diversos de acuerdo con la realidad íntima de cada uno.
Cierto ministro fue invitado a impartir algún consuelo a una señora, que estaba a punto de morir de cáncer. Cuando el pastor intentó hablarle del amor de Dios manifestado en la obra redentora de Cristo, ella le replicó airada que ni siquiera quería oír el nombre de Dios.- Si Dios existe ? decía -, ¿por qué me veo postrada en esta cama padeciendo?Era un corazón endurecido y lleno de amargura. En su desesperación, fumaba un cigarrillo tras otro, con lo que agravaba las causas de su dolor. ¡Qué triste debe ser enfrentarse a la muerte sin fe y sin esperanza, y renegando contra Dios!
Nadie puede pasar la vida sin lastimarse, pero si permitimos que las heridas se infecten, nos amargaremos y nuestra situación empeorará.
En esos mismos días, ese mismo pastor fue solicitado por un hombre que le dijo:- Tengo una niña con cáncer, y quisiera que usted la visitase, ella es creyente en Dios.
Al llegar el pastor a la casa de la niña, le dijeron que estaba dormida que no querían despertarla. El esperó un rato, e insistió en verla, aunque fuese dormida.
Cuando entraron a la habitación, su cuerpo estaba sumido en el sueño de la muerte. Había pasado a la eternidad sin exhalar una queja y sin que los familiares se diesen cuenta de su partida.
El factor importante y decisivo en la vida no es lo que nos pueda ocurrir sino la actitud que asumimos ante lo que ocurra.
Hagamos un repaso e interroguemos a los siete tipos de hombres que hemos visto. Empecemos por los negativos:
¿Qué hace, señor Rebelde?- Estoy dando cabezazos contra las paredes de este hondo pozo donde las circunstancias me han echado.
¿Y usted, señor Narcista?- Estoy en mi cueva, aislado del mundo, enroscándome sobre mí mismo.
¿Y usted, señor Neurótico? -Yo me he refugiado en la enfermedad y con ello pretendo esquivar los problemas de la vida.
¿Y usted, señor Resignado? – Pues aquí estoy bajo el peso del sufrimiento. Se me ha caído la casa encima y no acierto con la salida.
¿Cómo se siente señor Paciente?- Creo que me curaré y venceré esta calamidad. Estoy animado. Me esfuerzo por cumplir la voluntad de Dios. Dentro de muy poco saldré a flote.
¿Y usted, señor Colaborador? -¿Yo? Estoy tan ocupado ayudando a todos las personas que puedo, que no me queda tiempo para pensar en mis propios males.
¿Y usted, señor Valiente?- He extraído muchas lecciones y beneficios del camino que he recorrido y sigo hacia la meta que me he propuesto lleno de entusiasmo.
El hombre nunca ha de resignarse sin esperanza. Debe remontarse en alas de la fe – por encima de las nubes- a las altas regiones donde siempre brilla el sol y circula el aire puro.
Ni la rebelión (el dar coces contra el aguijón), ni el narcisismo (el hacerse el centro del universo), ni el soslayamiento (usar la técnica del avestruz), ni la resignación fatalista (el darse por vencido), son las respuestas adecuadas al problema del dolor y de la desgracia. Hemos de encontrar otras actitudes que nos ayuden a alcanzar la victoria sobre el sufrimiento.
El Apóstol Pablo encontró en Jesucristo la fuerza para la maravillosa sublimación de su dolor. El mismo reveló su secreto: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Y este mismo poder se halla a la disposición de todo el que desee sublimar sus desgracias o sus sufrimientos en una experiencia gloriosa.
Derrumbarse en pedazos, simplemente, no resuelve nada. Es hora de volver a colocar las piezas del rompecabezas. ¡Relájese! La solución de su problema puede ser más fácil de lo que usted cree.

«No podemos modificar el curso de los hechos que dependen de los demás, pero podemos transformar nuestra manera de encarar las realidades»

Lucas 6:45 – El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

 

Ps. Diego Arbeláez 
 

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