Ya no saben qué inventar para asaltar

«A las personas que acuden a aeropuerto Jorge Chávez, les relato lo que sucedió en la madrugada del día sábado 12 de noviembre de 2005, para que tomen precauciones.

El día viernes 11, mi hijo se dirigió, en automovil, desde San Isidro al aeropuerto, para recoger a un amigo suyo que llegaba de Europa, salió de casa alrededor de las 11 de la noche.

Mas o menos a las 2 de la madrugada me llamó por teléfono para decirme que el automovil se había «plantado» (en la playa de estacionamiento del aeropuerto) y no había forma de hacerlo arrancar de nuevo, inclusive le abían ayudado con un cable, pensando que se trataba de la batería escargada.

Opté por decirle que cerrara el carro, lo dejara estacionado y utilizara los servicios de un taxi para llevar a su amigo y volver a casa.

Ese mismo día, a las 6 de la mañana fui al aeropuerto y tampoco pude arrancar el carro, por lo que me dirigí a mi taller de mecánica para retornar con un mecánico.

Luego de algunas pruebas, el mecánico destapó el carburador y me dijo que no había gasolina. Eso sorprendió puesto que el día anterior, a las 6 de la tarde, le había hechado gasolina, inclusive la aguja en el tablero indicaba que había más de medio tanque. A continuación, el mecánico desconectó una manguera (en el motor) y comenzó a «chupar», pero la gasolina no salía.

Ante tal situación, nos dirigimos a una estación que hay frente al aeropuerto y compramos un galón de gasolina y la hechamos al tanque. Nuevamente volvió a «chupar» pero la gasolina tampoco aparecía. Entonces el mecánico se deslizó debajo del carro para revisar el tanque y encontró que la manguera que sale del tanque y lleva la gasolina al motor había sido desconectada y había sido colocado un tapón que impedía el flujo.

Es obvio que en la playa de estacionamiento del aeropuerto, alguien preparó un asalto, ya que esperaban que con la poca gasolina que quedaba en el motor el carro saliera del aeropuerto y luego de avanzar unas pocas cuadras se tendría que detener y alli serían asaltados.

El asalto se frustró gracias a que la gasolina que quedaba en el motor se consumió, ya que el carro inicialmente había sido estacionado lejos de la terminal y como el amigo de mi hijo había llegado con varias maletas, tuvo ue recorrer un buen trecho, además, mientras acomodaban las maletas el motor permaneció funcionando y solo se apagó cuando faltaban 20 metros para llegar a la puerta de salida de la playa de stacionamiento.

Por supuesto que cuando descubrí la maniobra, hice llamar al supervisor de los vigilantes uniformados que «custodian» la playa, a quien le hice ver lo que había ocurrido, con la esperanza de que se tomen las medidas adecuadas.

Considero que solamente hay dos posibilidades para que este hecho haya ocurrido: O algunos vigilantes son cómplices, o su negligencia es extrema. En ambos casos estamos desprotegidos, por ello me he animado a difundir lo ocurrido a través de este medio, para que tomen sus precauciones y lo difundan.

Sugiero mantener funcionando el motor durante 10 o más minutos antes de bandonar la playa de estacionamiento del aeropuerto, de manera que la gasolina remanente se consuma dentro del aeropuerto, en caso les hayan colocado el tapón.»

Rosmary Ochoa
Gerente Comercial
Técnica Naviera y Portuaria S.A.
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