Poderoso en Esp?ritu


 
DANIEL:
Es demasiado infantil dejar que la importancia del relato sobre Daniel quede encapsulada en las páginas de un libro para niños. Daniel en el foso de los leones, al igual que la liberación de Sadrac, Mesac y Abednego, es un relato bello e interesante. Sin embargo, cuando usted piensa en lo esencial, lo que resalta es que un Dios soberano reacciona de manera invariable y expedita a las intensas oraciones de un siervo fiel.
Daniel en el foso de los leones aparece en el capítulo 6 de Daniel, uno de los libros más interesantes de la Biblia. Con sólo doce capítulos, este libro detalla la vida y las profecías de uno de los siervos más leales del Señor. Contiene más profecías cumplidas que cualquier otro libro de la Biblia, y fue reconocido como auténtico por Cristo mismo (Mateo 24:15).
Dios bendijo tanto a Daniel, que el profeta no sólo fue distinguido por reinos terrenales gracias a su discernimiento de sueños y de señales, sino que también creó una gran parte del fundamento profético en que se basa el libro de Apocalipsis. Daniel profetizó el arribo de todos, desde Cristo a Alejandro el Grande y Cleopatra. La famosa «setentava semana» describe el origen, el ascenso y la caída del anticristo, así tambien como la gloriosa Segunda Venida de Cristo.
Como acostumbra Dios con frecuencia, Él convirtió en grande lo que era pequeño. Daniel era de linaje real, pero tenía sólo dieciséis años de edad cuando Nabucodonosor, el rey de Babilonia, destruyó Jerusalén y se llevó cautivos a los judíos. Junto con sus amigos mencionados antes, Daniel fue favorecido primero por Dios, y luego por Nabucodonosor.
Daniel y sus compañeros son descritos en el capítulo 1 como bien parecidos y perfectos, «enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento». Daniel, un judío, se convertiría en primer ministro de Babilonia, y trabajaría para, al menos, tres reyes: Nabucodonosor, Belsasar y Darío. Su brillante labor hizo que Nabucodonosor y Darío proclamaran que el Dios de Daniel era el Dios vivo y verdadero.
Darío fue engañado por los enemigos de Daniel, al firmar un decreto prohibiendo por un mes que se hicieran peticiones a un dios u hombre que no fuera Darío. Pero Daniel ignoró totalmente el edicto. Su reverencia a Dios superaba su temor a los hombres. Como hacía siempre tres veces al día, Daniel abría sus ventanas que estaban orientadas hacia Jerusalén, donde sabía que había morado el Espíritu de Dios en el templo de Salomón, y oraba como debiéramos orar todos nosotros.
«Él pudo haber flaqueado en su integridad dejando de orar a Dios durante el mes en que el decreto estuvo en efecto, u orando privadamente, quizás durante la noche, cuando nadie pudiera verlo rindiendo culto a Dios junto a su ventana», escribe Gleason Archer en The Expositor’s Bible Commentary»(Comentario Bíblico Expositor). «Habría sido fácil justificar su infidelidad para poder conservar su puesto en el gobierno. Pero Daniel no podía claudicar. Para él, el punto en cuestión era si iba o no a complacer al hombre u obedecer a Dios».
Dios reservó el apetito de los leones para los enemigos de Daniel, enseñándonos así el poder de la oración y de la fe que hicieron de Daniel una persona tan perfectamente poderosa en espíritu. Daniel nos dio un ejemplo al responder con una fe y una confianza en Dios invariables. Por su parte, Dios utilizó a Daniel para enseñarnos cómo responder a nuestros enemigos: dejar que Él se ocupe de ellos.
Daniel muestra también cómo orar. En el capítulo 9, el profeta entiende, al leer el libro de Jeremías, que el cautiverio babilónico duraría sólo setenta años. El final estaba cerca. Por tanto, Daniel vuelve de nuevo a ponerse de rodillas y a enseñar lo que es la oración poderosa, en los versículos 4 al 19.
«Varios aspectos del pasaje ofrecen enseñanzas valiosas sobre la oración», escribe el erudito John McArthur en su Biblia de estudio. «La oración: es en respuesta a la Palabra de Dios (v. 2); se caracteriza por el poder piadoso y la abnegación (v. 3); se identifica sin egoísmo con el pueblo de Dios (v. 5); es fortalecida y respaldada por la confesión (vv. 5-15); depende por completo del carácter de Dios (vv. 4, 7, 9, 15); y tiene como su meta última la gloria de Dios (vv. 16-19).
La oración fue tan efectiva, que Dios envió al ángel Gabriel con Su respuesta aun antes de que Daniel hubiera terminado sus súplicas. Hoy en día, usted puede tener la seguridad de que, aunque Dios no le haya revelado ninguna profecía catastrófica o ayudado a interpretar el sueño de un rey, puede contar con Él. El libro de Daniel no es sino la afirmación de la absoluta soberanía de Dios. Él lo ve todo, lo sabe todo, y le ama lo suficiente para hacer que todas las cosas resulten para el bien de usted.
Para encontrar a Dios en sus dificultades, vaya al lugar que Daniel conocía tan bien. Póngase de rodillas. Que sus oraciones sean como las de Daniel, y modele su vida de acuerdo con Daniel 11:32: «El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará».

 

  

 
Hermanos en Cristo con esta lectura
que le envié que Dios Nuestro Señor
los llene de gozo y de sus bendiciones
para que cada uno de nosotros
podamos seguir llevando por este medio,
Su Palabra a cada persona que la
nesecita y pueda recibir también de
Su Espíritu Santo, gozo y
bendiciones, Amen.
Que Dios les bendiga hoy y siempre su,
Hna Yolanda Cartagena les ama en
Cristo de manera especial.

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