[CE-Peru]Jesús, te doy mis cargas.

Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros (Mateo 11,28 – 30).
 
Todos nos hemos sentido alguna vez cansados o sobrecargados, quizá por dificultades con los hijos, con el cónyuge o con los amigos. A veces nos sentimos angustiados u oprimidos por la situación financiera, el trabajo o nuestras fallas y pecados. Pero las palabras de Jesús nos dan esperanza y consuelo, porque nos invitan a todos a recibir la sabiduría divina que Él personifica. Es bueno acudir a Jesús, unirnos a Él y aprender a vivir a la luz de su sabiduría. Este es el camino del verdadero reposo; no sólo la solución de los problemas y exigencias inmediatas, sino el vivir en Jesús. Bendeciré al Señor con toda mi alma; bendeciré con todo mi ser su santo nombre. Bendeciré al Señor con toda mi alma; no olvidaré ninguno de sus beneficios (Salmo 103,1 – 2).  
 
El Señor nos da reposo porque es Dios. Él nunca se cansa, porque es una fuente constante de gracia y fortaleza para todos. Su sabiduría descifra la complejidad de cada situación, y nos conoce perfectamente a cada uno. A veces dudamos de que Dios quiera renovarnos, y optamos por recurrir a nuestras propias fuerzas y aptitudes, pero luego nos sentimos agobiados y hasta aplastados por los problemas de la vida. Algunos creen que al Señor no le importa lo que nos suceda, pero la verdad es que todo el que se fía de Él es elevado por encima de sus problemas y encuentra en Él una nueva capacidad para enfrentar sus dificultades y cumplir sus responsabilidades. ¿Acaso no lo sabesí ¿No lo has oído? El Señor, el Dios eterno, el creador del mundo entero, no se fatiga ni se cansa; su inteligencia es infinita. Él da fuerzas al cansado, y al débil le aumenta su vigor (Isaías 40,28 – 29).
 
Llevar el yugo de Jesús significa resistir la tentación de depender solamente de nuestros propios medios. Cuando enfrentamos un problema difícil, buscamos todos nuestros recursos y nos armamos de determinación interior, pero si no hay pronta solución, nos vence el agotamiento y surge la desolación. Por eso Jesús nos invita a venir a Él y entregarle nuestras cargas, así descubrimos que Él nos ayuda a llevar la carga y nos da su paz. En otros momentos nos sentimos solos y desanimados por el peso de nuestras ansiedades, pero en realidad el Señor siempre está con nosotros, pronto a renovarnos y fortalecernos, si somos dóciles a su acción. Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse, hasta los más fuertes llegan a caer, pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse (Isaías 40,30 – 31).
 
¡¡¡Señor Jesús, Tú soportaste el peso de todos nuestros pecados cuando cargaste la cruz. Ahora, queremos entregarte todas nuestras cargas. Queremos llevar tu yugo y aprender tus caminos. Concédenos la verdadera sabiduría que nos conduce a la paz y al descanso!!!
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Perú – SurAmérica


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