El Rey de la gloria.

Del Señor es el mundo entero, con todo lo que en Él hay, con todo lo que en Él vive. Porque el Señor puso las bases de la tierra y la afirm? sobre los mares y los r?os (Salmo 24,1 – 2).
En tiempo de Isa?as la monarquéa de Jud? estuvo en grave peligro. Dos reyes, el de Samaria, Israel del norte, y el de Damasco en Siria, estaban atacando a Ajaz con la intenci?n de derrocarlo y de poner en su lugar a un usurpador. Mís que pol?tico el asunto era religioso: estaba en juego la promesa que el Señor hab?a hecho a David por boca de Nat?n. Por eso interviene el profeta Isa?as. A pesar de la incredulidad del rey que ha pedido ayuda al rey Teglat Falasar de Asiria, el Señor le ofrece y le da una señal. Isa?as habla entonces de una joven que está encinta y que da a luz un hijo a quien llama Emanuel, Dios con nosotros (Isa?as 7,14). Se trata de la esposa del rey Ajaz. En esos momentos el nacim iento de un hijo era garant?a de que la dinast?a iba a permanecer y los esfuerzos de esos dos reyes ser?an vanos. Y así sucedi?, el reino de Jud? subsisti?, aunque la falta de fe de Ajaz no quedó sin castigo.
¿Qui?n puede subir al monte del Señor? ¿Qui?n puede permanecer en su santo templo? El que tiene las manos y la mente limpias de todo pecado; el que no adora ?dolos ni hace juramentos falsos. El Señor, su Dios y Salvador, lo bendecir? y le har? justicia (Salmo 24,3 – 5).
En la escena de la anunciaci?n (Lucas 1,26 – 38) Mar?a representa a la parte fiel del pueblo de Israel, la que conf?a y tiene fe en el Señor. El contraste entre el santuario (anuncio del nacimiento de Juan el Bautista) y el pueblo de Nazareth (anuncio del nacimiento de Jesís) es intencionado. Nazareth no es nombrado jamás en el Antiguo Testamento y no está ligado a promesa o expectaci?n mesi?nica alguna, lo que nos quiere decir que esta segun­da intervenci?n divina no va a representar una continuidad con el pasado. Mar?a, al contrario de Zacar?as, no pide garant?as, no rechaza la palabra del ?ngel ni duda de ella, pregunta sencillamente el modo como esto puede realizarse y acepta con todo el corazón, y gracias a su disponibilidad se convierte en salvaci?n para todos. Si la incredulidad de Ajaz fue causa de que la salvaci?n no llegara plenamente, ahora la fe de Mar?a se convierte en esperanza para toda la humanidad. Si el hijo de la joven (la esposa de Ajaz) fue para Jud? la garant?a de la presencia de Dios en una monarquéa que se hab?a hecho indigna, ahora el hijo de Mar?a es garant?a de que Dios está con la humanidad y que realmente es el Dios con nosotros. La monarquéa llega a su m?xima expresi?n en Jesís y Dios cumple las promesas hechas a David. Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres: Admirable en sus planes, Dios invencible, Padre eterno, Pr?ncipe de la paz (Isa?as 9,6). Y le fue dado el poder, la gloria y el reino, y gente de todas las naciones y lenguas le serv?an. Su poder ser? siempre el mismo y su reino jamás destruido (Daniel 7,14).  
A nosotros también se nos anuncia lo que le fue anunciado a Mar?a, y de nosotros se espera que asumamos la actitud que ella asumi?, de docilidad y entrega a la voluntad de Dios. Así nacer? Cristo en nuestros corazones por la fe, y podremos llevarlo a otros hermanos nuestros, mostrarlo y predicarlo en nuestros actos de solidaridad y entrega a nuestros hermanos. Podremos conformar nuestra vida a sus palabras, a su evangelio y convertirnos en sus hermanos, disc?pulos y amigos. ¡Que el corazón salte de gozo ante el inminente nacimiento del Señor! ¡?branse, puertas eternas! ¡Qu?dense abiertas d e par en par, y entrar? el Rey de la gloria! ¿Qui?n es este Rey de la gloria? ¡Es el Señor todopoderoso! ¡Él es el Rey de la gloria! (Salmo 24,9 – 10).
¡¡¡Señor, llave de David y cetro de la casa de Israel que reinas sobre el mundo, ven a libertar a los que en tinieblas te esperan!!!
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Per? – SurAm?rica


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