Muéstrame tus caminos, Señor

El adivino pagano Balam hab?a sido llamado por el rey Balac de Moab para que maldijera a Israel en su camino hacia la tierra prometida. Pero Balam no pudo cumplir su cometido pues cada vez que intentaba maldecir a Israel, el Señor le cambiaba la maldici?n en una bendición (N?meros 24,1 – 9). A la cuarta vez Balam pronuncia un or?culo que habla de un futuro rey que habr? de surgir de Israel; en sus poemas breves llenos de admiraci?n, en vez de maldecir, bendice el futuro de Israel (N?meros 24,15 – 19). Ve su estrella y su cetro y anuncia la aparici?n de un h?roe que dominar? sobre todos los pueblos. Sorpresas de Dios, que no se deja manipular ni entra en nuestros cÉlculos. Somos nosotros los que debemos ver y oír lo que Él quiere. Señor, a ti dirijo mi oraci?n; mi Dios, en ti conf?o; Señor, mu?strame tus caminos; gu?ame por tus senderos; gu?ame, encam?name en tu verdad, pues t? eres mi Dios y Salvador. ¡En ti conf?o a todas horas! (Salmo 25,1 – 5).
Este or?culo se refiere al rey David quien le da seguridad al reino al liberarlo de sus enemigos. Es una profec?a que en un primer momento se interpret? como cumplida en el rey David, pero que luego los mismos israelitas dirigieron a la espera del Mesías. David es sÉlo modelo del verdadero rey; aunque no se lo cita expresamente en el Nuevo Testamento el episodio de la adoración de los magos ha sido inspirado en su presentaci?n por el or?culo de Balam. Jesís es el que establecer? definitivamente el reino de Dios. Señor, acu?rdate del amor y la ternura que siempre nos has manifestado, pero no te acuerdes de mis pecados ni del mal que hice en mi juventud. Señor, acu?rdate de m? por tu gran amor y bondad (Salmo 25,6 – 7).  
El permiso de enseñanza en lo s patios del templo estaba restringido al reducido grupo de maestros y levitas reconocidos por las autoridades de Jerusal?n. La intromisi?n de Jesís en el Templo causa revuelo. Los sacerdotes están preocupados por el poder y la autoridad con que act?a Jesís. Ha realizado la purificaci?n del templo y este gesto prof?tico los llena de miedo. Temen perder su influjo en la gente. Despu?s de expulsar a los mercaderes del Templo, las autoridades le interpelan en público: ¿Con qué autoridad haces esto? (Mateo 21,23). Ante la confrontaci?n que le dirigen los sacerdotes y las autoridades, Jesís responde con un dilema, que versa sobre el significado de Juan Bautista para el pueblo de Israel: ¿hay que considerarlo como del cielo o de los hombresí Es una disyuntiva crucial, que desenmascara a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo. El Señor es bueno y justo; Él corrige la conducta de los pecadores y gu?a por su camino a los humildes; los instruye en la justicia. Al hombre que honra al Señor le muestra el camino que debe seguir; lo rodea de bienestar y da a sus descendientes posesi?n del pa?s (Salmo 25,8 – 9; 12 – 13).
Balaún anunci? la futura venida del Mesías. El Bautista lo señal? ya como presente. Nosotros sabemos que el Enviado de Dios, Cristo Jesís, vino hace dos mil años y que como Resucitado sigue estándonos presente. La pregunta es siempre incómoda: ¿le hemos acogido, le estamos acogiendo de verasí La voz de Dios nos puede venir de las direcciónes más inesperadas, como en el caso de Balaún, si sabemos estar atentos. Al Bautista le entendi? el pueblo sencillo, y las autoridades no. ¿Tendr? que seguir clamando en el desierto también hoy? ¿Qu? velos o intereses tapan nuestros ojos para impedirnos ver lo que Dios nos está queriendo decir a través del ejemplo de generos o sacrificio de un familiar nuestro, o de la fidelidad alegre de un miembro de nuestra comunidad? ¿O es que queremos mantenernos cómodos con nuestra ceguera de corazón? El Señor es amigo de quienes lo honran, y les da a conocer su alianza. Siempre dirijo mis ojos al Señor, porque Él me libra de todo peligro. Mírame Señor, y ten compasi?n de m?, porque estoy solo y afligido. Mira mis tristezas y trabajos, y perdona mis pecados (Salmo 25,14 – 18).
La libertad es el mayor don que hemos recibido y también nuestro mayor riesgo. Con ella podemos aceptar a nuestro Creador, pero parad?jicamente también negarle. Dios no nos ha programado, para que le aceptemos por obligaci?n. No somos computadoras sino que nuestras opciones son libres. Prueba de ello es que podemos optar por lo que no es de Dios. ¡Qu? responsabilidad tenemos para saber usar bien de ella! Y ser libre es optar por obrar se g?n la conciencia. No según es simple gusto, porque la conciencia responde ante Dios del bien, de lo mejor, y también del mal. Una mentalidad materialista no puede ser libre, porque está condicionada por el dinero, riquezas, poder. Si la libertad está gobernada por una conciencia recta, regida por la ley del amor (generosa, veraz, sincera y sacrificada), aunque pueda equivocarse alguna vez, también sabr? reencontrar el camino y elegir siempre lo bueno. Dios habla en nuestro interior, lo ilumina para que nuestra libertad sea siempre la de un buen hijo ante su Padre.
¡¡¡Tu Palabra de vida, Oh Dios, nos invita a anunciar el mensaje de salvaci?n en Cristo. Te pedimos que congregues a todo tu pueblo para que cada uno dedique su vida al Evangelio. Unidos en fe y oraci?n proclamaremos alabanzas a tu santo nombre!!!
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Per? – SurAm?rica


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