Oigan al Señor, hombres humildes.

Bendecir? al Señor a todas horas; mis labios siempre lo alabarén. Yo me siento orgulloso del Señor; ¡?iganlo y al?grense, hombres humildes! Alabemos juntos y a una voz la grandeza del nombre del Señor (Salmo 34,1 – 3).
Israel se cree una ciudad rica, poderosa, autosuficiente y no acepta la voz de Dios. Aunque oficialmente es el pueblo de Dios, de hecho se rebela contra Él y se f?a sÉlo de sí misma. Se ha vuelto indiferente, no creyente. Ya no cuenta con Dios en sus planes. El profeta les invita a convertirse (Sofon?as 3,1 – 13), a cambiar el estilo de su vida, a abandonar las soberbias bravatas, a volver a escuchar y alabar a Dios con labios puros, sin engaños: sin prometer una cosa y hacer otra, como va siendo su costumbre. Anuncia también que serán los pobres los que acojan esta invitaci?n y que Dios tiene planes de construir un nuevo pueblo a partir del resto de Israel, el pueblo pobre y humilde, sin maldad ni embustes, que no pondr? su confianza en sus propias fuerzas sino que tendr? la valent?a de ponerla en Dios Los que miran al Señor quedan radiantes de alegr?a y jamás se ver?n defraudados. Este pobre grit?, y el Señor lo oy? y lo libr? de todas sus angustias (Salmo 34,5 – 6).  
Se repite la constante de la historia humana que cantar? Mar?a en su Magnificat (Lucas 1,46 – 55): Dios ensalza a los pobres y humildes, y derriba de sus seguridades a los que se creen ricos y poderosos. En torno a la figura de Juan, el Precursor, y más tarde del mismo Mesías, Cristo Jesís, también hay alternativas de humildad y orgullo, de verdad y mentira. Jesís llega a afirmar, cosa que no gustar?a nada a los sacerdotes y fariseos, que los publicanos y prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios, porque sí creyeron al Bau tista Prueben y vean que el Señor es bueno. ¡Feliz el hombre que en Él conf?a! Los ricos se vuelven pobres y sufren hambre, pero a los que buscan al Señor nunca les faltar? ning?n bien (Salmo 34,8.10).
Jesís, con su estilo directo y comprometedor, interpela a sus oyentes para que sean ellos los que decidan (Mateo 21,31): ¿quién de los dos hijos hizo lo que tenía que hacer, el que dijo sí pero no fue, o el que dijo no, pero luego de hecho sí fue a trabajar? Muchas veces en el evangelio Jesís critica a los oficialmente buenos y alaba a los que tienen peor fama, pero en el fondo son buenas personas y cumplen la voluntad de Dios. El fariseo de la par?bola no baj? santificado, y el publicano, sí. Los viñadores primeros no merec?an tener arrendada la viña, y les fue dada a otros que no eran del pueblo. Los leprosos jud?os no volvieron a dar las gracias por la curac i?n, mientras que sí lo hizo el tenido por pecador, el samaritano.
Jesís llega a afirmar, cosa que no gustar?a nada a los sacerdotes y fariseos, que los publicanos y prostitutas les llevan la delantera en el camino del Reino de Dios, porque sí creyeron al Bautista; no nos está invitando a ser pecadores, o a decir que no, sino a decir sí, pero siendo luego consecuentes con ese sí. Y esto también en tiempos de Jesís, lo hace mejor el pueblo pobre, sencillo y humilde que se está reuniendo en torno a Jesís, siguiendo su invitaci?n: venid a m?, que soy sencillo y humilde de corazón. Nosotros, ante la oferta de salvaci?n por parte de Dios ¿dónde quedamos retratadosí ¿Somos de los autosuficientes, que ponen su confianza en sí mismos, de los buenos que no necesitan la salvaci?n? ¿O pertenecemos al pueblo pobre y humilde, el resto de Israel de Sofon?as, el que acogi? el mensaje del Bautista? Tal vez estamos ?ntimamente orgullosos de que decimos que s ? porque somos cristianos de siempre, y practicamos y oramos y cantamos. Pero debemos preguntarnos si llevamos a la pr?ctica lo que oramos y creemos. No sÉlo si prometemos, sino si cumplimos; no sÉlo si cuidamos la fachada, sino si la realidad interior y las obras corresponden a nuestras palabras ¿Quieres vivir mucho tiempo? ¿Quieres gozar de la vida? Pues refrena tu lengua de hablar mal y nunca digan mentiras tus labios. Al?jate de la maldad y haz lo bueno; busca la paz, y síguela (Salmo 34,12 – 14).  
Tambi?n entre nosotros puede pasar que seamos poco comprometidos a la hora de la verdad, y que otros no tan buenos tengan mejor corazón para ayudar a los demás y están más disponibles a la hora del trabajo; que sean menos sofisticados y complicados que nosotros, y que están de hecho más abiertos a la salvaci?n que Dios les ofrece, a pesar de que tal vez no tienen tantas ayudas de la gracia como nosotros. Esto es incómodo de oír, como lo fueron seguramente las palabras de Jesís para sus contempor?neos.
El Señor atiende al clamor del hombre honrado, y lo libra de todas sus angustias. El Señor está cerca para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza. El hombre honrado pasa por muchos males, pero el Señor lo libra de todos ellos (Salmo 34,17 – 19).
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Per? – SurAm?rica


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