Fe en el Señor

La Fe de DiosLa Fe en Dios

La fe de Jairo, y de los discípulos que viven estos acontecimientos en directo es puesta a prueba por la incredulidad de los que les rodean: ¿Por qué molestar…? (Marcos 5,35). Lo que Jairo pedía está ya fuera de lugar. Su hijita no está solo enferma sino muerta: Será necesario que la fe dé un salto suplementario a lo desconocido. Jesús mismo viene en ayuda de su fe (Marcos 5,36). Pero la incredulidad continúa alrededor de Jesús: todos se burlaban de Él cuando dijo que dormía. Por otra parte, esta fórmula no puede comprenderse en toda su profundidad sino después de la resurrección de Jesús. Con Cristo la muerte ya no es totalmente muerte, es un sueño antes de un despertar.
 
Una mujer que padecía flujo de sangre (hemorroisa) desde hacía doce años vino entre la muchedumbre por detrás, y tocó su vestido; al punto se secó la fuente de la sangre y sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal (Marcos 5,25 – 29). Por de pronto podría decir de esto que fue una curación robada: esta mujer busca esconderse, se avergüenza de su enfermedad, que por otra parte la pone en estado de impureza legal según la Ley judía (Levítico 15, 25). En tocar el vestido de Jesús, ha hecho algo prohibido, tabú. Nos cuesta hoy imaginar de qué modo Cristo ha liberado a los hombres de cantidad de miedos ancestrales, transmitidos de generación en generación por los antepasados y por las costumbres y las leyes. La mujer, llena de temor y temblorosa se postró a sus pies, se siente culpable porque ha infringido una ley de su pueblo.
 
Señor, dígnate escucharme, porque estoy muy triste y pobre; protégeme pues te soy fiel. Tú eres mi Dios; salva a este siervo tuyo que en ti confía. Señor, ten compasión de mí, que a ti clamo a todas horas. Señor, alegra el ánimo de este siervo tuyo, pues a ti dirijo mi oración. Porque tú, Señor, eres bueno y perdonas; eres todo amor con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende mi plegaria. En mi angustia clamo a ti, porque tú me respondes (Salmo 86,1 – 7).
 
Constantemente veremos a Jesús tomar en consideración a los marginados, a los rechazados, a los dejados de lado por la Ley, o a los que se sienten rechazados por sus semejantes. Jesús mismo provocó la confesión. Decididamente quiso que esta mujer que se escondía saliera del anonimato. La obliga a darse a conocer para que entre en relación personal con él. La hace pasar de la creencia mágica, algo elemental a una fe verdadera: ella le contó toda la verdad. La fe es una relación personal con Jesús.
 
Oh Señor, enséñame tu camino, para que yo lo siga fielmente. Haz que mi corazón honre tu nombre. Mi Señor y Dios, te alabaré con todo el corazón y glorificaré siempre tu nombre (Salmo 86,11 – 12).
 
El elemento que hace posible la acción de Dios, incluso de manera extraordinaria, es la fe. Una fe que desafía todo. Creer significa confiar aun ante la evidencia contraria; creer significa tomar los riesgos de ser criticados, creer es actuar, diría el Apóstol Santiago. Muchas veces nuestra fe queda solo a nivel de razón y no de actuación. La verdadera fe es notoria pues expresa sin lugar a dudas la confianza y el abandono total en Dios. ¿Cómo es nuestra fe? ¿Es una fe intelectual, o es una fe que ante la evidencia contraria continúa diciendo: No entiendo Señor, pero creo que tú me amas y que harás lo que sea mejor para mí y para los míosí
 
¡¡¡Padre eterno que te deleitas prodigándonos tu bondad, te doy gracias por tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo que nos libra de todo lo que lleva a la muerte. Ayúdame a recibir tu vida cada día; y pongo toda mi esperanza y confianza en Ti, Autor de la vida!!!
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Protejamos nuestra Biodiversidad y el Medio Ambiente
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Perú – SurAmérica

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