[CE-Peru] Alimento diario y avivamiento matutino (martes)

ALIMENTO DIARIO

Semana 19 — Vosotros todos sois hijos de luz Martes — Leer con oración: Jn 14:17-18; Gn 6:1-3 «No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros» (Jn 14:18) Estar siempre en el Espíritu

 

Juan 14:17 dice: «El Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros». Cuando creímos en el Señor, Él entró en nosotros; hoy habita en nosotros y está en nosotros para siempre. Prestemos atención al versículo 18: «No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros». Este versículo no dice que el Consolador no nos dejaría huérfanos, pues, los versículos anteriores estaban en tercera persona, en singular. Sin embargo, al decir: «No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros», Él habla en primera persona del singular, por tanto, esto nos demuestra que el otro Consolador es el mismo Señor Jesús en carne que se hizo el Espíritu. El Cristo que anduvo con los discípulos y estaba en la tierra, hoy es el Espíritu de realidad, no es más el Cristo en carne, sino el Cristo neumático, es decir, Cristo como el Espíritu.

 

Si todavía fuese Jesús en carne, no podría estar con nosotros ahora, pero como hoy Él es el Cristo neumático, puede estar con nosotros para siempre. Sin embargo, ese es el punto de vista del Señor. Como el Espíritu de realidad, Él es omnipresente, está en todo lugar, por tanto, Él puede estar con nosotros para siempre. ¿Será que en nuestra experiencia Él está siempre con nosotrosí Cuando estamos en la mente, Él no puede estar con nosotros. Solamente cuando ponemos la mente, emoción y voluntad en el espíritu, y todo nuestro ser es saturado con Él, y así realmente Él está con nosotros. De acuerdo con nuestra experiencia, algunas veces cometemos pecados, y cuando eso ocurre el Señor no puede estar con nosotros. Por eso necesitamos arrepentirnos delante de Él: «Señor, pequé nuevamente, y ahora sé que Tu sangre es eficaz, tomo Tu sangre preciosa; límpiame de mi pecado». Cuando oramos de esa manera, Él viene y otra vez podemos estar con Él.

 

En Génesis 6:1-3 vemos como se multiplicaron los hombres sobre la tierra, y también su iniquidad, «dijo el Señor: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, por que ciertamente él es carne». Cuando el hombre está en una condición normal, el Señor está con él, pero, si el hombre practica iniquidad, el Señor no puede estar con él. Algunas veces perdemos la presencia de Dios, cuando caemos en el alma, es decir, en la mente, en la emoción, en la voluntad natural. Cuando estamos en el alma, no hay manera de que Dios esté con nosotros; ahora, cuando nuestra alma no está bajo el dominio del Espíritu, Satanás aprovecha y la usa. Por eso hemos tenido ese encargo constante de animar a los hermanos a estar siempre en el Espíritu.

 

Desde el inicio del recobro del Señor en Brasil, hace treinta años, he intentado llevar a los hermanos al Espíritu, llevándolos a invocar el nombre del Señor, a leer los Estudios-Vida y penetrar en la palabra del Señor. Todas las veces que caemos en el alma natural, perdemos la presencia del Espíritu. Un día el Señor Jesús volverá, todos seremos arrebatados y en esa hora estaremos para siempre con el Señor. Juan 14 nos promete que el Espíritu de realidad estaría para siempre con nosotros, pero el problema está con el hombre, pues algunas veces pecamos y cuando pecamos Él no puede estar con nosotros. Además cuando estamos en el alma, Él tampoco puede estar con nosotros. Especialmente cuando caemos en la mente, no podemos estar con Él de manera práctica.

 

Punto Clave: Poner la mente, voluntad y emoción en el Espíritu

 

Su punto clave es: Pregunta: ¿En nuestra experiencia el Señor está siempre con nosotrosí Avivamiento matutino 1 Co.1:30 Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención. Ro.8:10 Pero si Cristo está en vosotrosíel espíritu es vida a causa de la justicia. 12:2 ?Transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable y lo perfecto. Fil.3:21 El cual transfigurará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea conformado al cuerpo de la gloria Suya, según la operación de Su poder, con la cual sujeta también a Sí mismo todas las cosas. Cristo nos fue hecho de parte de Dios sabiduría en tres aspectos vitales de la salvación de Dios: (1) justicia (en cuanto a nuestro pasado), por la cual fuimos justificados por Dios, a fin de que renaciéramos en nuestro espíritu para recibir la vida divina (Ro. 5:18); (2) santificación (en cuanto a nuestro presente), por la cual estamos siendo santificados en nuestra alma, es decir, transformados en nuestra mente, parte emotiva y voluntad, con Su vida divina (Ro. 6:19, 22); y (3) redención (en cuanto a nuestro futuro), es decir, la redención de nuestro cuerpo (Ro. 8:23), por la cual nuestro cuerpo será transfigurado con Su vida divina para tener Su semejanza gloriosa (Fil. 3:21). Es por Dios que participamos de una salvación tan completa y perfecta, la cual hace que todo nuestro ser ?espíritu, alma y cuerpo? sea orgánicamente uno con Cristo y que Cristo sea todo para nosotros. Esto proviene totalmente de Dios, no de nosotros mismos, para que nos jactemos y nos gloriemos en Él, y no en nosotros mismos. (1 Co. 1:30, nota 2) DÍA 2 Lectura para hoy Cristo santifica a la iglesia purificándola (Ef. 5:25-27). Cristo se entregó a Sí mismo por la iglesia con el propósito de santificarla, no sólo al separarla de todo lo profano para Sí mismo, sino también al saturarla de Su elemento para que ella sea Su complemento. Cristo santifica a la iglesia a fin de presentársela a Sí mismo. En el pasado, se entregó a Sí mismo por la iglesia; en el presente, la santifica; y en el futuro, se la presentará a Sí mismo como Su complemento, para Su satisfacción. Por consiguiente, Cristo amó a la iglesia a fin de santificarla, y la santifica a fin de presentársela a Sí mismo. Cristo amó a la iglesia y se entregó a Sí mismo por ella a fin de redimirla e impartirle Su vida. Según Juan 19:34, del costado herido del Señor salió sangre y agua. La función de la sangre es redimir, mientras que la del agua es impartir vida a fin de producir la iglesia. En Efesios 5:25 vemos que la iglesia es el fruto del amor de Cristo y de Su entrega por ella. Una vez que la iglesia llega a existir, necesita ser santificada. El proceso de santificación incluye la saturación, la transformación, el crecimiento y la edificación. Aunque la santificación incluye la separación, su aspecto principal es la saturación. La iglesia necesita ser saturada de todo lo que Cristo es. La saturación va acompañada de la transformación, el crecimiento y la edificación. Mediante este proceso de santificación, el cual incluye los aspectos ya mencionados, la iglesia llega a ser completa y perfecta, llega a ser la realidad de lo que tipificaba Eva en Génesis 2.

 

Asimismo, la iglesia será presentada a Cristo, quien es su origen. Aquel que se presentará la iglesia a Sí mismo no será Dios, sino el propio Cristo. Efesios 5:27 declara que Cristo se presentará a Sí mismo una iglesia gloriosa. Así que, Él será tanto el que la presentará como el que la recibirá. Si la iglesia no es separada, saturada y transformada, si no crece ni es edificada, no podrá ser perfeccionada ni crecerá a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Solamente por medio de un proceso completo de santificación, podrá la iglesia llegar a ser completa y alcanzar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, lo cual hará posible que Cristo se presente a Sí mismo una iglesia perfecta. (Estudio vida de Efesios, págs. 460, 461) Lectura adicional: Estudio-vida de Efesios, mensajes 54, 57 Witness Lee ¡Jesús es el Señor!

 

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