[devocional-domingo] 26 de Febrero de 2006 – La angustia de vivir.

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.  Jeremías 29:11. El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer.  Romanos 15:13. La angustia de vivir

       En un supermercado, Bruno, un niño de once años de edad, fue sorprendido hurtando un juguete; la policía lo condujo a su casa. Allí no había nadie; su madre todavía estaba trabajando. Muy avergonzado, el chico se precipitó desde el séptimo piso.

       Beatriz, violada por su padrastro, tomó una fuerte dosis de medicamentos para acabar con su vida que la tenía hastiada.

       Santiago, después de un fracaso escolar, temió por su futuro. No se atrevió a hablar con nadie de sus angustias y se ahorcó.

       «Quiero desaparecer de este mundo que no entiendo. Los quiero». Tal fue el último mensaje de Pedro, brillante alumno, a sus padres.

       En Francia, anualmente unas 150.000 personas tratan de suicidarse; 12.000 lo logran. Es la primera causa de mortalidad entre las personas de 25 a 34 años de edad, y la segunda en los adolescentes, después de los accidentes. ¿Por qué millares de jóvenes experimentan esta dificultad para vivir? Dicen que la vida es demasiado dura, que no hay porvenir. No soportan más los conflictos, el divorcio de los padres, el desempleo, etc. Algunos llevan una pesada carga de culpabilidad, resultado de una conducta inmoral. Esa angustia, ¿es la de su mejor amigo, o la suya?

       ¡Ánimo, hay alguien que puede comprenderlo! Aquel que lo conoce bien y conoce su porvenir, el Dios de Amor, quiere darle un futuro y una esperanza.

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