[devocional-lunes] 27 de Febrero de 2006 – La espada contra el pastor.

Levántate, oh espada, contra el pastor,
y contra el hombre compañero mío. 
Zacarías 13:7.

La espada contra el pastor

       El lunes pasado meditamos en lo que el Señor Jesús sufrió de parte de los hombres. Hoy el versículo del encabezamiento nos habla de lo que sufrió de parte de Dios.

       La espada es un símbolo del juicio que alcanzó a Cristo de parte de Dios durante las tres horas de tinieblas. Sin quitarle nada a la responsabilidad de los seres humanos que crucificaron al Señor de gloria, sin embargo, fue ?entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios? (Hechos 2:23).

       Así, los golpes del Dios santo y justo a Su ?compañero?, es decir, a su amado Hijo, quien como hombre en esta tierra manifestó una perfecta comunión con Dios. ¿Por qué? Porque él se ofreció como víctima voluntaria. Cargado con nuestros pecados y hecho pecado por nosotros, murió como víctima expiatoria, y al expiar los pecados glorificó a Dios. ¡Cuán digno de adoración es nuestro Redentor!

       El Salmo 22 habla de los insondables sufrimientos de Cristo bajo la mano divina: ?Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes? (v. 1-2). ?He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte? Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan? (v. 14-15, 17).

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