Oraci?

Si alguno de ustedes está afligido, que ore. Si alguno está contento, que cante alabanzas. Si alguno está enfermo, que llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y en el Nombre del Señor lo unjan con aceite (Santiago 5,13 -14).
  
  Cuando oramos lo hacemos unidos a Cristo, cabeza de la Iglesia, y  nuestra oración tiene un poder muy grande en la presencia de nuestro Dios y Padre; hemos de orar en los momentos de sufrimiento y de alegría; hemos de orar por los enfermos; hemos de orar pidiendo el perdón de nuestros pecados; hemos de orar para que la obra salvadora de Dios llegue a todos los corazones, hasta el último rincón de la tierra. Veámonos siempre como hermanos. Abramos los ojos ante las miserias de nuestro prójimo, no para criticarlo, sino para darnos cuenta de hacia dónde hemos de dirigir nuestra acción evangelizadora para ganarlos a todos para Cristo. Entonces no viviremos divididos, ni como extraños, sino como hijos de un único Dios y Padre.
  
  A ti clamo, Señor: ¡Ven pronto, escucha mi voz cuando te invoco! Sea mi oración como incienso en tu presencia, y mis manos levantadas como ofrenda de la tarde (Salmo 141,1 - 2).
  
  El Señor está siempre dispuesto a escuchar nuestros ruegos, pero Él bien sabe lo que necesitamos en cada momento; y bien sabe lo que necesita el mundo y su Iglesia para que todos lleguemos a participar de los bienes eternos. Por eso nuestra oración jamás podrá ser exigente, ni hemos de buscar nuestros propios intereses, sino en todo hacer la voluntad de Dios. Aprendamos a abandonar nuestra vida en manos del Señor. Dejemos que Él nos conduzca conforme a sus designios de salvación. Vivamos en su presencia con un amor verdadero, de tal forma que después de haber vivido en un amor fiel a Él y a su Iglesia, podamos sentarnos junto con su Hijo a la diestra de su Gloria.
  
  Señor, ponle a mi boca un guardián; vigílame cuando yo abra los labios. Aleja mi pensamiento de la maldad; no me dejes andar en malas acciones ni tomar parte en banquetes de malhechores (Salmo 141,3 - 4).
  
  Jesús nos reúne; llegamos ante Él con la ilusión de no desviarnos del Camino, la Verdad y la Vida. Reconocemos que somos pecadores. Si como dice la Escritura, el justo peca siete veces al día, ¡que será de nosotros! Dios nos quiere desarmados de todo orgullo y de todo falso engreimiento en nosotros mismos. Con humildad escuchemos la Palabra que Él nos dirige y como mendigos, sentémonos a su Mesa que Él no nos rechazará, sino que en un memorial de amor por nosotros, continuará entregándose para el perdón de nuestros pecados. Los niños, sencillos y confiados en la mano de sus padres, dóciles y receptivos, son el ejemplo de la forma en que hay que emprender el camino hacia la perfección en Dios, confiando no en nuestras propias fuerzas y recursos, sino sólo en el Señor, que hará su obra en nosotros. Aquel que quiera seguir a Cristo ha de ser sencillo como los niños (Marcos 10,14 - 15), con la debida apertura y abandono por completo a su benevolencia divina. Aceptar el perdón de Dios
nos debe hacer vivir como criaturas nuevas, libres del mal, sencillos para tratar a todos con amor, y ser capaces de tomar de la mano a los que son como niños y conducirlos hacia Cristo.

  Señor, mis ojos están puestos en ti. En ti busco protección: no me abandones. Líbrame de la trampa que me han puesto; líbrame de la trampa de los malhechores (Salmo 141,8 - 9).
  
  ¿Queremos entrar en el Reino de los cielosí Así como Jesús camina hacia su Pascua dirigiéndose decididamente hacia Jerusalén, así nosotros no hemos de renunciar a vivir cercanos a los demás dando nuestra vida en generoso amor por todos, especialmente por quienes necesitan de él y de una caricia de Dios por medio nuestro. Esto es lo que finalmente el Señor nos invita a vivir cuando se dice que abrazó a los niños y los bendijo. ¿Seremos capaces de hacer eso con los viciosos, con los desvalidos, o con los que consideramos malditos a causa de sus grandes culpasí
  
  ¡¡¡Señor Jesús, hoy elevo mis plegarias por alguien que se ha desviado del recto camino, como Tú lo sabes. Sé que escuchas las oraciones sinceras de tus hijos que te aman y quieres que todos los pecadores se conviertan!!!                                                                                                                                           
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  Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.

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