[CE-Peru]El Señor proveerá.

Los apóstoles Pedro, Santiago y Juan subieron con Jesús al monte donde el Señor se transfiguró (Marcos 9,2 - 4). La palabra griega para decir transfiguró en este pasaje es metemorphothe, o sea metamorfosis, que significa cambiar adquiriendo otra forma. El aspecto terrenal de Jesús se transformó en celestial, como lo demostró el resplandor que emanaba de sus vestiduras. Ante los ojos de sus seguidores más íntimos, la figura humana de Jesús se transfiguró anticipando y garantizando lo que vendría más tarde.
  
  Amo al Señor porque ha escuchado mis súplicas, porque me ha prestado atención. Toda mi vida lo invocaré (Salmo 116,1 - 2).
  
  Después de esta manifestación de la gloria de Jesús, los tres apóstoles se llenaron de un nuevo sentido de propósito y determinación. Recibieron fortaleza para continuar con Cristo por el camino de la cruz. Habiendo visto la luz de la gloria, ellos seguirían a Jesús sin importarles cuánto les costará.
  
  La muerte me enredó en sus lazos, la angustia del sepulcro me alcanzó y me hallé preso del miedo y del dolor. Entonces invoqué el nombre del Señor y le rogué que me salvara la vida (Salmo 116,3 - 4).
  
  Esta visión de Jesús glorificado tuvo precisamente la finalidad de dar a los apóstoles esperanza y valor para enfrentar el futuro, que ciertamente les depararía tantas dificultades. Ellos sufrirían tribulación y persecución; algunos serían encarcelados, flagelados y ejecutados. Semejante fidelidad a Jesús y a su misión sólo es posible para quien tenga una creciente apreciación y confianza en la gloria divina del Señor (Génesis 22,8).
  
  Yo tenía fe, a pesar de que decía que era grande mi aflicción. Mucho le cuesta al Señor ver morir a los que lo aman. ¡Oh Señor, yo soy tu siervo! ¡Yo soy el hijo de tu sierva! Tú has roto los lazos que me ataban (Salmo 116,10.15 - 16).
  
  Y tal como Jesús reveló su gloria a los tres apóstoles para que ellos pudieran caminar fielmente hacia la cruz con Él, a nosotros también se nos da una vislumbre de su gloria con el mismo objetivo. Cuando empezamos a comprender la gloria de Jesús, cuando percibimos que nadie podrá estar en nuestra contra si Dios está a nuestro favor (Romanos 8,31), adquirimos la fortaleza para seguirlo hasta la cruz si es necesario, en la cual nosotros igualmente morimos a nuestro yo antiguo y resucitamos a la vida nueva.
  
  Este es mi Hijo amado; escuchadle (Marcos 9,7)
  
  El Espíritu Santo nos hace ver la gloria de Jesús en nuestro diario caminar a la luz del Evangelio. Vemos su gloria al experimentar la plenitud de su amor, su perdón y su abundancia; y participamos en ella cuando dejamos que nuestro ser interior sea transformado mediante la oración y el servicio de amor a Dios y al prójimo. De esta forma podemos contemplar la gloria de Jesús.
  
  ¡¡¡Espíritu Santo, yo también quiero pasar tiempo en la presencia de Jesús. Te pido que me manifiestes la gloria de Cristo para que al verla reciba la fortaleza para caminar con Él, abrazar la cruz y recibir la vida nueva que Él ganó para nosotros!!!
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  Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.

                                          Protejamos nuestra Biodiversidad y el Medio Ambiente
  Juan Alberto Llaguno Betancourt
  Lima - Perú - SurAmérica

           
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