Cómo actúan los verdaderos siervos


Servimos a Dios sirviendo a los demás
Cómo actúan los verdaderos siervos
«Quien quiera ser grande deberá convertirse en un siervo» (Marcos 10:43, PAR).

El mundo define la grandeza en términos de poder, posesiones, prestigio y posición. Si puedes exigirle a otro que te sirva, alcanzaste esa posición. En nuestra cultura autogratificante, con su mentalidad de primero yo, comportarse como un siervo no es un concepto popular.
Sin embargo, Jesús midió la grandeza en términos de servicio y no de estatus. Dios determina tu grandeza por el número de personas a las que sirves, no por las que están a tu servicio. Esto es contrario al concepto de grandeza mundano, que a nosotros nos cuesta entender, mucho menos practicar.
Los discípulos discutieron acerca de quién merecía la posición más prominente; dos mil años después, los líderes cristianos todavía se disputan la posición y prominencia en las iglesias, denominaciones y ministerios paraeclesiásticos.

Miles de libros son escritos para el liderazgo, pero pocos para el servicio. Todo el mundo quiere dirigir, nadie quiere ser siervo. Preferimos ser generales y no soldados. Aun así los cristianos quieren ser «líderes siervos» y no unos simples siervos. Pero para ser igual que Jesús debemos ser siervos. Así fue como Él se llamó a sí mismo.
Recuerda que Dios te formó para su servicio y no para que seas egocéntrico. Sin un corazón de siervo serás tentado al mal uso de tu forma por interés personal. También serás tentado a usar eso como una excusa para disculparte del compromiso de algunas necesidades.
A menudo Dios prueba nuestros corazones, al pedirnos que lo sirvamos en ciertas maneras, para las que no fuimos formados. Si ves a un hombre caer dentro de una zanja, Dios espera que lo ayudes a salir y no digas:
– Yo no tengo el don de misericordia o el don de servicio.
Aunque no seas dotado para una tarea en particular, podrás ser llamado para hacerla si no hay ningún dotado cerca. Tu ministerio primordial debe ser en el área para la cual fuiste formado, pero tu servicio secundario se lleva a cabo dondequiera que se te necesite en el momento.

Tu corazón de siervo muestra tu madurez. No se necesita un talento o don para recoger la basura o arreglar las sillas después de una reunión, cualquiera puede ser siervo. Todo lo que se necesita es carácter.
Es posible servir en una iglesia toda una vida sin nunca ser un siervo. Debes tener un corazón de siervo. ¿Cómo puedo saber si tengo un corazón de siervo? Jesús dijo: «Tú puedes decir lo que ellos son por lo que hacen» (Mateo 7:16, PAR).

Siempre están disponibles para servir
No ocupan su tiempo en actividades que puedan limitar su disponibilidad. Los siervos quieren estar listos para servir tan pronto sean necesitados. Igual que un soldado, el siervo debe estar listo para cumplir con sus deberes: «Ningún soldado en servicio activo se enreda en los asuntos de la vida civil, porque tiene que agradar a su superior» (2 Timoteo 2:4, Dhh). Si solo sirves cuando te conviene, entonces no eres un verdadero siervo.

Hacen lo que se necesita aunque no les convenga
¿Estás disponible para Dios en cualquier tiempo? ¿Puede Dios deshacer tus planes sin que comiences a resentirte? Como siervo no eliges ni escoges cuándo o dónde servir. Ser un siervo significa darle a Dios el derecho de controlar tu horario y permitirle que lo interrumpa en cualquier momento que lo necesite.
Si recordaras al comienzo de cada día que eres un siervo de Dios, las interrupciones no deberían frustrarte, porque tu agenda será la que Dios quiera para tu vida. Los siervos ven las interrupciones como citas divinas para el ministerio, y son felices por la oportunidad de practicar el servicio.

Prestan atención a las necesidades
Los siervos siempre están mirando las maneras de ayudar a otros. Cuando ven la necesidad, no dejan escapar la oportunidad, tal como la Biblia nos manda: «En cualquier oportunidad que tengamos, debemos hacer lo que es bueno para todos, especialmente para la familia de los creyentes» (Gálatas 6:10, PAR).
Cuando Dios pone a alguien en necesidad frente a ti, te está dando la oportunidad de crecer en el servicio. Observa que Dios dice que las necesidades de tu familia en la fe tienen preferencia, de manera que no las pongas al final de tu lista de «cosas por hacer».
Perdemos muchas ocasiones de servir, porque carecemos de sensibilidad y espontaneidad. Las grandes oportunidades para servir no duran mucho, pasan rápidamente, y casi nunca vuelven. Quizá solo tengas una oportunidad para servir a esa persona, así que aprovecha el momento. «Nunca les digas a tus vecinos que esperen hasta mañana si puedes ayudarlos ahora» (Proverbios 3:28, PAR).

John Wesley era un increíble siervo de Dios. Su proverbio era: «Haz todo lo bueno que puedas, con todos los medios que puedas, en todas las maneras que puedas, en todos los lugares que puedas, en todos los tiempos que puedas, a todas las personas que puedas, cada vez que puedas». Eso es grandioso. Puedes comenzar viendo las pequeñas tareas que ningún otro quiere hacer. Haz esas pequeñas cosas como si fueran grandes, porque Dios observa.

Hacen lo mejor con lo que tienen
Los siervos no tienen excusas, ni postergan ni esperan mejores circunstancias. Nunca dicen: «Uno de estos días» o «Cuando el tiempo sea adecuado». Solo hacen lo que se requiere. Dios espera que hagas lo que puedas con lo que tienes, dondequiera que estés. Servir sin llegar a la perfección es mejor que la más perfecta intención.
Puedes haber oído decir esto:
– Si no puedes hacerlo con excelencia, mejor no lo hagas.
¡Bueno, Jesús nunca dijo eso! La verdad es que, casi todo lo que hacemos es hecho deficientemente cuando empezamos a hacerlo; así es como aprendemos.

Cumplen sus tareas con la misma dedicación
Cualquier cosa que hagan, «la hacen con todo su corazón» (Colosenses 3:23). El tamaño de la tarea es irrelevante. El punto en cuestión es: ¿se necesita hacer esto?
Nunca llegarás a un estado en la vida en el que seas demasiado importante para ayudar con tareas serviles. Dios nunca te exime de lo mundano. Es parte vital de la formación de tu carácter. La Biblia dice: «Si piensas que eres demasiado importante para ayudar a alguien en necesidad, te engañas a ti mismo. Realmente no eres nadie» (Gálatas 6:3, BAD). Es en estos pequeños servicios que crecemos para parecernos a Cristo.

Jesús se especializó en tareas humillantes que otros evadían: lavar los pies, ayudar a los niños, preparar el desayuno y servir a los leprosos. Él nunca se consideró por encima de nada, porque vino a servir. Hizo todas estas cosas y no fueron molestia para su grandeza; lo hizo porque quiere que sigamos su ejemplo.
Las tareas pequeñas a menudo muestran un gran corazón. Tu corazón de siervo se revela en hechos pequeños que otros no piensan hacer, como cuando Pablo juntó la madera para hacer una fogata y calentar a todos después del naufragio (ver Hechos 28:3). Estaba tan exhausto como todos; sin embargo, hizo lo que los demás necesitaban. Ninguna tarea te molesta cuando tienes un corazón de siervo.
Una vida con propósito Las grandes oportunidades a menudo se disimulan en pequeñas tareas; las cosas pequeñas en la vida determinan las grandes. No busques hacer grandes tareas para Dios, haz las que te ponga por delante y Él te asignará cualquiera que quiera que hagas.
Antes de intentar cosas extraordinarias, trata con las ordinarias.

Tomado del libro: Una vida con propósito Por Rick Warren Editorial Vida


Carlos Vargas

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