[devocional-martes] 21 de Marzo de 2006 – Una mala conciencia.

Mi pecado te declaré?
y tú perdonaste la maldad de mi pecado. 
Salmo 32:5.

Límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones. 
Salmo 51:2-3.

Una mala conciencia

       Durante un encuentro de jóvenes cristianos, un adolescente de 19 años de edad contó: ?Cuando yo tenía 14 años, nuestra familia veraneó en una pequeña aldea. Cierto día salí a pasear con algunos amigos y robamos unos huevos de un gallinero. Cuando llegué a casa, inmediatamente mi madre notó que algo me pasaba. Me conocía bien y no tardó mucho en descubrir la verdad. Después de haberme sermoneado seriamente, me ordenó devolver los huevos y confesar mis actos al campesino.

       Con seis huevos en una bolsa y temor en el corazón me marché hacia su casa. ?¿Qué quieresí, me preguntó de mal humor. Entonces le confesé todo. Pero antes de que hubiese terminado de contarle mi historia, me agarró y me administró una paliza como nunca había recibido en mi vida. Primero grité: ?¡Espere, espere!, porque tenía los seis huevos en la bolsa. Pero como él no paraba, me callé, porque creía que me lo merecía. Por otra parte, me sentía bien, pues sabía que ese era el justo castigo por mi falta y que así el asunto quedaba liquidado. ¿Pueden comprenderme?

       Los jóvenes oyentes asintieron con la cabeza. Sí, entendían, porque una conciencia cargada tiene un peso molesto. Y cuando se quita esta carga, el alivio es grande.

       El narrador prosiguió: ¿Entonces pueden imaginarse cómo me sentí cuando el Señor Jesús me aseguró: «Tus pecados te son perdonados». Para mí todo está arreglado, porque Jesús murió por mí en la cruz.

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