Historias de Reflexión: Tesoro de Amor

Reflexiones Sobre el dar: El Tesoro de amor

«Entonces Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz» (Marcos 10:21).

Charles Spurgeon, el gran predicador inglés, fue invitado una vez por un hombre rico para ir a orar en una cierta iglesia rural, con el objetivo de ayudar a la comunidad a recaudar recursos para saldar una deuda. El hombre dijo a Spurgeon que tenía la libertad de usar su casa de campo, su casa de la ciudad o incluso su casa de playa. Spurgeon respondió con lo siguiente: «Venda una de las casas y pague la deuda usted mismo».

La mayor dificultad que todos tenemos es compartir lo que poseemos con otras personas. Tenemos buenas intenciones, sugerimos buenas alternativas, nos colocamos a disposición para participar en eventos, pero en el momento en que es necesario utilizar nuestros propios recursos en pro de alguien o de una comunidad, nos resistimos e incluso retrocedemos en nuestro propósito inicial.

Hay una cultura en el mundo de hoy que dice que somos felices cuando tenemos muchas cosas. Incluso pensamos que cuanto mayor sea nuestro patrimonio, mayor será nuestra felicidad. ¿Será eso cierto? ¿Seríamos más felices guardando diez camisas en el armario que compartiendo una o dos con una persona amiga que no tiene ninguna?

Recuerdo una vez, hace muchos años, cuando yo, que trabajaba como misionero voluntario y sin salario, recibí de una persona amiga una oferta de gran valor. La persona llegó y puso en mi bolsillo de la camisa una ofrenda. Me puse muy feliz. Al final de la reunión, un amigo se ofreció para llevarme en su coche hasta la estación donde tomaría el rumbo a mi ciudad y después tomaría un autobús para mi casa. También llevé a otra amiga, esposa de un portero de edificios que estaba pasando por algunas dificultades financieras. Inmediatamente, el Espíritu me tocó y tomé ese dinero y se lo entregué a esa señora. Puedo asegurarles a todos que la felicidad en ese momento fue infinitamente mayor que la que sentí cuando la recibí.

Quizás no necesitemos dar nuestro dinero, nuestra casa o nuestro carro, pero si un poco de amor, cariño y atención para alguien que los necesita.

Dé un poco de lo que tiene y será mucho más feliz.

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