[Devocional_Diario] Mi querido amigo

Devocional Cristiano – Mi amigo

«Una vez que David y Saúl terminaron de hablar, Saúl tomó a David a su servicio y, desde ese día, no lo dejó volver a la casa de su padre, Jonatan por su parte entabló con David una amistad entrañable y llegó a quererlo como así mismo» I Samuel 18:1-2

Cuando Saúl conoció a David supo que él venía con grandes antecedentes, acababa de matar al gigante Goliat. Lo invitó entonces a palacio y tuvieron una larga conversación, quizá David le explicó que todo lo que él hacía era en el Nombre de Dios, quizá le contó sobre su fe en el Señor de sus Padres. Saúl tuvo tiempo en ese diálogo, para comparar la fe de este joven con la suya, él no había sido tan leal a su llamado, Dios ya lo había destituido. Pero hubo otro que escuchó las palabras de esa entrevista, que oyó el discurso de David, su gran amor a Dios, su fe inquebrantable, esas palabras tocaron el corazón del hijo del Rey Saúl y por eso oyendo su testimonio lo amó.

«Tanto lo quería que hizo un pacto con él: se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David» 18:3-4 Dos testigos, dos oyentes, uno con un corazón resentido, y el otro de corazón puro, el primero lo invitó a vivir en su casa, pero con el prejuicio escondido en el alma, con el celo consumiendo sus huesos, con la actitud malévola del enemigo. Y el otro observador, más atento al testimonio de fe y sin el recelo egoísta del ambicioso. Jonatan creyó que el testimonio de David era veraz, el amor que David tenía al Señor eran tan evidente que tomó la iniciativa y lo aceptó como su igual. -Ambos creemos en Dios, ambos hemos recibido su amor- Se quitó la capa, le dio su túnica, su espada, su arco y su cinturón, con esto estaba ratificando el pacto de amistad, significaba que se estaba entregando a sí mismo. Ya saben como continua la historia, Saúl convivió con un espíritu maligno que iba en aumento cada vez que escuchaba algo bueno de David y entonces procuraba por todos los medios asesinarlo. Pero Jonatan juró que nada lo haría ser desleal a quien Dios había escogido como el sucesor de su padre, todo lo contrario, no aspiró la posición que le correspondía, se sometió a la voluntad divina y siguió amando a su amigo porque él encarnaba al ungido de Jehová. «El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo» Proverbios 27:9 David saboreó el gusto de tener un amigo incondicional, lo que lo unió a Jonatan era la convicción de ambos de tener el amor divino en sus corazones. «Tu gran amor lo tengo presente, y siempre ando en tu verdad. Yo no convivo con los mentirosos, no cultivo la amistad de los perversos. Con manos limpias e inocentes camino Señor, en torno a tu altar, Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria» Salmo 26:3-8 Tener un amigo a la manera del mundo sin Dios, es como tener un aliado, un compinche o compadre de vicios y perversidad, David no quería tener esta clase de amigos. Pero tener amistad con otro hijo de Dios es tener un hermano con quien entrar al altar santo y juntos con manos limpias adorar al Salvador. Podemos ser amigos porque ambos amamos al Señor con todas nuestras fuerzas, podemos ser amigos porque hemos aprendido a amar de una manera diferente. No traigas tus antiguas maneras a la casa de Dios, si has sido regenerado puedes ofrecer otra clase de amistad mas pura, mas clara. Quiero ser tu amigo porque al sentir tu cariño me siento fortalecido y valioso, necesito ser tu amigo porque tu fe hace aumentar mi esperanza. «Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» Juan 13:34-35 Cuando Jesús habló estas cosas acababa de ser traicionado por uno de sus amigos amados. «Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder. Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo, a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios»

Salmo 55:12-14 David saboreó la dulzura de la amistad, pero también se decepcionó con el sabor amargo de la traición. No podemos escapar de esta realidad, he convivido con muchas clases de amigos dentro de la Iglesia del Señor y quiero confesar que he llorado haciendo mías los versos tristes de David. Pero Jesús también sintió la desilusión por la traición y por eso antes de llorar su tristeza y fracaso nos enseñó: «Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos» Juan 15:13 Jonatan amó a David no a primera vista, él lo amó al escuchar su testimonio de fe, esto lo impactó tanto que desde el primer momento le brindó su amistad. Nuestra congregación alberga a muchos que han tenido ese mismo encuentro con Dios, han venido a nuestro templo y anhelan adorar a su Salvador dentro de esta nuestra casa. Son como David, vienen con un testimonio lleno de milagros, ahora nos toca a nosotros ser como Jonatan, ofrecerles esta dulce amistad; que no está condicionada por intereses, posición, ni educación, nos une el inmenso amor que Dios ha derramado en nuestros corazones. Pidámosle al Autor del Amor que nos llene de esta dulce amistad, que nos una con estos lazos de amor y hagamos un pacto de tolerancia y perdón, para amarnos como Jesús nos enseñó.

Oración: Tú eres mi mejor amigo, no buscaste nada de mí, al contrario te compadeciste al verme sola y desamparada. Como quisiera amigo mío imitarte y ofrecer la misma amistad que me diste con solo mirarme. Ahora entiendo que si es posible amar como tú, solo debo obedecerte, no permitir que el prejuicio, resentimiento o diferencias me aleje de alguien a quien tu llamas también «mi amigo». Te doy gracias por todos aquellos que en todos estos años quisieron ser mis amigos, creo ahora, que tú me los diste, y si alguno se perdió no fueron sus fallas simplemente, yo no te imité, no di mi vida por ellos. Ahora te ruego que me des la oportunidad de amar la amistad, enséñame a conservarla, unge con tu santo Espíritu la calidad de mi amor, quiero amar sin egoísmo y con entrega, sé que me ayudarás Señor.

Amén. Martha de Bardales

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí