Liderazgo Cristiano – PABLO PREPARA UN LIDER

Pablo prepara a un líder
por J. Oswald Sanders

El método que empleó Pablo a fin de preparar a Timoteo para la obra de su vida fue profundamente instructivo. Siguió los pasos de su Maestro, y derramó en él su propia personalidad y convicciones, y se preparó a dedicarle mucho tiempo.
John R. Mott insistía en que los líderes deben multiplicarse preparando a los más jóvenes, permitiéndoles actuar y dándoles una salida adecuada para sus capacidades. Para lograrlo, se les deben dar muchas responsabilidades, entre ellas muchas oportunidades para la iniciativa propia y poder tomar decisiones finales. Se les debe dar reconocimiento y mucho crédito por sus logros.
 
El método que empleó Pablo a fin de preparar a Timoteo para la obra de su vida fue profundamente instructivo. Siguió los pasos de su Maestro, y sus técnicas estuvieron en plena armonía con lo que prescribe Mott. Derramó en él su propia personalidad y convicciones, y se preparó a dedicarle mucho tiempo.
 
Timoteo tendría unos veinte años cuando comenzó su tutelaje. Había sido criado en un ambiente femenino -es posible que su padre ya hubiera muerto- y las tendencias de este ambiente se acentuaban quizá a causa de su débil salud. Estaba más inclinado a seguir, que a dirigir. Su natural timidez y su tendencia a la auto conmiseración también necesitaba mejorar y su carácter se tenía que endurecer. Hay referencias incidentales que nos hacen deducir que era demasiado tolerante y parcial con la gente importante y que tenía la tendencia a ser poco constante en su trabajo. Por exhortación de Pablo a avivar «el fuego del don», parece que, como muchos otros, estaba propenso a depender de sus antiguas experiencias espirituales, en vez de reavivar su llama vacilante.
 
A pesar de estos puntos negativos en su formación, Pablo tenía una opción elevada de lo que era capaz de hacer y tenía aspiraciones altas y precisas para él. Lo tuvo en la mayor estima y no escatimó experiencias difíciles. Tampoco lo protegió de las tribulaciones que endurecerían su constitución y le impartirían madurez. Le asignaba tareas muy superiores a las capacidades de que estaba consciente, pero lo animaba y fortificaba mientras las llevaba a cabo. ¿De qué otra manera podía un joven desarrollar sus capacidades y aptitudes, si no era dándoles frente a situaciones que lo llevaban a sobrepasar sus límitesí
 
Timoteo recibió una gran parte de su instrucción en la obra misma, mientras viajaba con Pablo, privilegio singular para una persona joven. Entró en contacto con personas de toda índole, hombres de posición cuyas personalidades y logros avivarían en él un saludable deseo de superación. De su mentor aprendió a enfrentarse victoriosamente con los reveses y crisis que parecían algo rutinario en la vida y ministerio de Pablo.
 
Le permitió compartir el ministerio con sus colegas. Le confió la responsabilidad de establecer un núcleo cristiano en Tesalónica y confirmarlo en la fe, tarea por la cual se ganó la aprobación de Pablo. Fue enviado a llevar la calma a Corinto, un difícil lugar donde se ponía en duda la autoridad apostólica de Pablo. Quizá falló, pero aprendió lecciones muy valiosas. Como suele pasar, las exigentes normas de Pablo, sus altas expectaciones y exigencias sirvieron para extraer lo mejor del joven y lo salvaron del peligro de la mediocridad.
 
Los grandes hombres se hacen más por sus fracasos que por sus éxitos. Abraham Lincoln es quizá el mejor ejemplo. Fracasó en los negocios; fracasó como abogado; no logró ser candidato para la legislatura estatal. Se le impidió que ocupara el puesto de Ministro de Hacienda. Fue derrotado en sus campañas electorales para vicepresidente y para senador. Pero él no dejó que el fracaso arruinara su vida. Tampoco dejó que el fracaso lo amargara en su trato con la gente.
 
En una época en que a un joven de menos de treinta años no se le ponía atención, la juventud de Timoteo era una verdadera desventaja. Sin embargo, eso no impidió que Pablo le diera responsabilidad y lo animara a no desmayar. «Ninguno tenga en poco tu juventud», le aconsejó, «sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1 Timoteo 4.12). Estas son cualidades en las que la juventud suele ser deficiente. Una vida ejemplar compensa en mucho la desventaja de ser joven. Un joven me dijo en un centro cristiano: «¡Aquí para poder regalar un himnario hay que tener canas!». ¡El secretario del movimiento tenía más de 80 años! Pablo enseña que es prudente confiarles responsabilidades tempranas a los jóvenes prometedores y estables.
 
LA EXHORTACION DE PABLO
 
Pablo condensó sus consejos dirigidos a Timoteo en un encargo cuádruple.
Para alentar y fortalecer al joven pastor en su temible tarea en Efeso, una iglesia que había disfrutado de la presencia de muchos talentos, y en la cual se sentía totalmente incapaz, Pablo se dirigió a él con cuatro solemnes consejos, de los cuales aprendemos las cosas que consideraba muy importantes en la obras pastoral.
 
GUARDA LO QUE SE TE HA ENCOMENDADO
 
«Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe» (1 Timoteo 6:20, 21).
 
Esto se podría traducir también: «Mantén intacta la seguridad de la fe». Es una ilustración de origen bancario, y «lo que se te ha encomendado» representa el depósito que se le encomienda a un banquero para su seguridad. El deber del banquero es devolverlo intacto. Pablo le está diciendo a Timoteo: «Dios ha hecho un depósito en tu banco; guárdalo».
 
A Timoteo se le habían encomendado las verdades de la salvación de Dios, y tendría que dar cuenta de su mayordomía. Debía usar sus dones espirituales de la manera más ventajosa para la extensión del Reino. Se le había nombrado heraldo, y por tanto tenía que proclamar la Palabra: «He sido hecho heraldo de este evangelio», afirmó, y al proclamarlo tenía que defender la fe contra el ataque de los falsos maestros, además de predicarla de manera positiva.
 
En nuestra justificable reacción ante un fundamentalismo poco amoroso que ha traicionado su causa con violentos ataques contra ciertas personalidades no debemos volvernos tan tolerantes, que no guardemos lo que se nos ha encomendado. Es posible contender por la fe sin tener un espíritu contencioso.
 
ACTUA SIN FAVORITISMO
 
«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad» (1 Timoteo 5.21). ¿Se debe esta exhortación a que Pablo temía que Timoteo se dejara influir muy fácilmente por la presión de un grupo, algo que ocurre hoy mismo en la obra cristiana? Todos estamos expuestos a que nos muevan consideraciones de tipo subjetivo, y necesitamos el refuerzo que encontramos en esta seria exhortación. En la obra cristiana son esenciales una honradez y una integridad imparciales e intachables. Tenemos que dejar a un lado nuestras propias aversiones o afinidades. Las palabras «parcialidad» y «favoritismo» implican que hay prejucios; es decir, que damos por juzgado caso antes de tiempo. Aun los hombres mundanos esperan justicia e imparcialidad, y la iglesia debe dar la norma, pues su bienestar depende de una disciplina imparcial.
 
GUARDA SIN MANCHA LOS PRINCIPIOS
 
«Te mando? que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará» (1 Timoteo 6.13-15).
 
La palabra «guardar» significa conservar, proteger. Pablo insta a Timoteo a guardar lo que se le ha encomendado, los principios que encierran la palabra de Dios, sin mancha e intachables hasta que Cristo venga. El líder es guardián de los principios de la iglesia, misión u organización de la cual es responsable. Le toca a él poner en práctica, enseñar y cuidar esos principios y asegurarse de que son observados concienzudamente por aquellos que están bajo su cuidado.
 
MANTEN UN SENTIDO DE URGENCIA
 
«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (2 Timoteo 4.1, 2). Hay que recordar que Pablo esperaba una muerte temprana y por tanto la influencia del mundo venidero sobre él era mayor. Su exhortación tenía una solemnidad especial para su joven compañero.
 
«Predica la palabra» proclámala en toda su gloria y plenitud, le instó. «Estate listo, sea o no favorable la oportunidad, conveniente o inconveniente. Aprovéchate de toda oportunidad. No pierdas nunca tu sentido de urgencia. Toma la iniciativa y sigue adelante con celo incansable».
 
El anciano guerrero se había ganado el derecho de pasarle al más joven estos consejos, ya que él mismo los había demostrado en un grado único dentro de su propia vida y ministerio.
 
PALABRAS FIELES Y DIGNAS
 
En las cartas pastorales que Pablo escribió para alentar y apoyar a Timoteo, aparecen cinco palabras «fieles y dignas» que tienen que ver con aspectos importantes de la vida y servicio del cristiano. Al usar la fórmula «palabra fiel y digna que merece la total aceptación», estaba llamando la atención sobre asuntos que evidentemente eran corrientes en las iglesias de sus días y siguen teniendo vigencia hoy.
 
LA SALVACION
 
«Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero» (1 Timoteo 1.15). Esta afirmación, que resume el Evangelio, es un epigrama sorprendente pero sencillo, que ha resistido la dura prueba del desafío y la experiencia. Ha salido del crisol del ridículo con su brillo intacto y por eso debe producir una aceptación espontánea y entusiasta.
 
Aquí, Pablo usa la expresión «vino al mundo», no solamente para expresar un cambio de lugar, sino de estado y ambiente. Queda implícito el supremo sacrificio: «para salvar a los pecadores». Cuanto más captaba la magnitud del sacrificio de Cristo y de la gracia de Dios, más profundamente consciente estaba de su propia indignidad: «de los cuales yo soy el primero».
 
LIDERAZGO
 
«Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea» (1 Timoteo 3.1). Es decir, que aspirar al liderazgo es un nombre anhelo. Hay que notar que la nobleza yace en la obra misma, y no en el prestigio que pueda conferir. Bien se podría preguntar: «¿No es verdad que esta afirmación tiende a promover ambiciones indignas o pecaminosas, «la última flaqueza de las mentes nobles»?» ¿No debe el cargo buscar al hombre, en vez del hombre buscar el cargo?
 
¡Sí y no! Hoy, el cargo de obispo o superintendente es prestigioso, pero cuando Pablo escribió estas palabras involucraba un alto grado de sacrificio y peligro. Asumir este cargo en la iglesia era exponerse a la persecución, la prueba y aun la muerte, como es el caso aún hoy en algunos lugares. Esto de seguro tendía a eliminar los que no eran aptos.
 
Bajo las circunstancias que prevalecían en esos días, se necesitaba un fuerte incentivo para animar a la persona adecuada a asumir el cargo, y Pablo trataba de hacer esto.
 
SANTIFICACION
 
«Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza» (Tito 3.5-8).
 
¿En qué cosas tenía que insistir el joven líder?
 
a) El amor de Dios por los hombres (v. 4), su infinita bondad y misericordia. Esto queda en vivo contraste con la crueldad del hombre en el versículo tres, y pone de relieve la oscuridad de su pasado frente a la luz de su experiencia actual.
 
b) El poder regenerador y renovador del Espíritu Santo (v. 5)
 
c) La gracia de Cristo al asociarnos como herederos con El (v. 7). Como resultado de esta acción de la Trinidad, tenemos la esperanza de la vida eterna
 
d) El Espíritu Santo no se nos da con mezquindad, sino que se «derramó abundantemente» (v. 6). Tito tiene que proclamar estas verdades con toda firmeza.
 
SUFRIMIENTO
 
«Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él; si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo» (2 Timoteo 2.11-13). Este era uno de los himnos de la Iglesia primitiva. Insiste en el hecho de que la Iglesia es heredera de la Cruz. En días tan turbulentos como los nuestros, cuando la violencia y la revolución parecen endémicas, nuestra enseñanza debe prepara a la gente para las condiciones que sufren los cristianos en muchos países: Lutero dijo: «Si nos matan por lealtad a Cristo, también viviremos con El en gloria».
 
La lealtad a Cristo traerá su recompensa, y la deslealtad su propia retribución. Si preferimos la muerte por su causa a la comodidad terrenal y a las ventajas, tendremos una compensación celestial. Tertuliano afirmó que el que teme sufrir no puede pertenecer a Aquel que sufrió. Debemos estar muy alegres de que haya cosas que Dios no puede hacer: «El no puede negarse a sí mismo».
 
AUTODISCIPLINA
 
«Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos» (1 Timoteo 4.7-9).
 
La imagen que se presenta en estos versículos es la de un gimnasio donde los jóvenes atletas se adiestran para el estadio. Pablo exhorta a Timoteo a no limitarse sólo a la meditación piadosa, sino a ejercitarse con vigor en la vida cristiana. El pasaje exhala esfuerzo y disciplina. El atleta no escatima esfuerzo ni abnegación para ganar el premio. Descarta todo lo que le impide el progreso, como debe hacer también el atleta cristiano. Los músculos y la fortaleza del espíritu serio, y traen grandes ganancias en la otra vida.
 
La disciplina física y el ejercicio son de gran valor pero comparados con la disciplina espiritual, sus beneficios son limitados. Producen belleza física, mientras que la disciplina espiritual produce vida eterna. Tocan la vida presente, mientras ella llega a la eternidad. Sin embargo, no se debe menospreciar el ejercicio físico, pues el cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
 
AVIVA EL DON
 
En su ordenación, Pablo y los ancianos pusieron las manos sobre Timoteo y él recibió el don gratuito del Espíritu, el cual lo capacitaría para ser representante del Apóstol. Consciente de su debilidad, Pablo le hace un doble exhortación.
 
«No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio» (1 Timoteo 4.14). ¡No descuides tu sagrada misión! Es un don soberanamente otorgado por el Espíritu; no una operación externa, sino una gracia interna. Es obvio que la eficacia del don no es automática, sino que puede declinar. Su consejo era que no lo dejara sufrir por negligencia.
 
«Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio» (2 Timoteo 1.6, 7). No es que necesitara un nuevo don. «Aviva ese fuego interior», le dice. Aquel fuego se estaba apagando.
 
¿Sentía Pablo que el celo de Timoteo estaba menguando? El fuego no se aviva automáticamente, sino que tiende a apagarse. En el caso de Timoteo había muchas cosas que podían apagar la llama. «¡Mantén viva la llama, «reaviva» el fuego, si es que ha menguado! ¡Pon más leña sobre las ascuas moribundas! Pablo exhorta y estimula a Timoteo, atrayendo su atención sobre la naturaleza del don divino. El don -carisma- del versículo seis va unido al Espíritu -pneuma- del versículo siete.
 
Muy bien podríamos preguntarnos: ¿Hemos sido negligentes con el don? ¿Está apagándose la llama en mi vida? ¿Necesita que la avive?
 
Tomado de Pablo el Líder de J. Oswald Sanders. ©1986 Editorial Vida, Apuntes Pastorales, todos los derechos reservados.

 


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