[Jehova Nissi] #71# Un Regocijo Especial

Para reflexionar…(09/05/06)
Un Regocijo Especial
«Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros» (Romanos 12:10).
Durante una competición de ortografía donde el primer premio era una bella Biblia, los competidores fueron siendo eliminados hasta que sobraron apenas dos niñas: Elizabete, hija de una viuda pobre y trabajadora y Suzana, hija de un próspero hacendado. La predilecta de la mayoría de la escuela era Elizabete. Finalmente, Suzana escribía·
incorrectamente una palabra y Bete recibió· el premio deseado. Al llegar a casa, la madre de Suzana dijo a la hija: «Usted no podría tener deletreado aquella palabra para no cometer el error?» «Sú, mama·.» «Entonces, por qué·
no hizo eso?» «Bien, la señora conoce a Bete. Sabe que la madre de ella es pobre y que ella no recibe muchos regalos.
Quería muy ganar aquella Biblia y se esforzó· tanto para conseguir la victoria. Yo creí· que debía dejarla ganar.» «Y por qué· usted actué· de esa manera, querida?» «Aprenda·, en la Última Escuela Bíblica, que debemos preferirnos en honor unos a los otros. Creí· que debía experimentar esta enseñanza y estoy feliz por tenerlo hecho.» Algunos días más tarde Suzana recibió·, como presente de cumpleaños, una bonita Biblia. En la dedicatoria, un texto aparecía en destaque:
«en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros»
(Romanos 12:10).
Grande es el goce cuando aprendemos a compartir, con amor, las bendiciones que hemos recibido. Ajuntar tesoros, materiales y espirituales puede nos tornar prósperos y exitosos, pero el deseo de impartirlos con los más necesitados llena no apenas nuestro corazón de jubilo como también el de nuestro Dios. Las grandes conquistas nos hacen notorios, los ademanes de amor nos tornan bienaventurados.
Cuando Cristo se vuelve el Señor de nuestras vidas, dejamos de pensar apenas en nuestros intereses. Recordamos de aquellos que estén a nuestro alrededor y anhelamos, ardientemente, que, como nosotros, sean también considerablemente benditos. Tenemos placer de hablarles del amor de Dios y alegrémonos cuando comienzan a disfrutar las dádivas de nuestro Padre celestial.

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