La Lucha con el sentido de culpa

  
 
 
 La lucha con el sentido de culpa
Por: Charles Stanley
 
 
Muchos cristianos fieles luchan con el problema de la culpa, y algunos piensan que es parte vital de una vida cristiana saludable. Pero esta es una peligrosa mentira que debemos evitar por completo.
 
La dificultad surge de un concepto equivocado en cuanto a la culpa. Es la sensación de haber hecho algo malo, un conflicto emocional que surge de la reconsideración de lo que hemos hecho. La culpa puede ser confundida con una «convicción» procedente de Dios. Para comprender la culpa, debemos conocer la diferencia.
 
La convicción viene cuando el Espíritu Santo nos hace conscientes de la discrepancia entre las normas morales de Dios, y nuestra conducta. Cuando sintamos esta convicción, debemos identificar esa conducta pecaminosa, confesarla a Dios, y apartarnos de ella.
 
En ese momento, el asunto queda resuelto; Dios no quiere que nos asfixiemos en una permanente nube de culpabilidad. ¡Él vino para hacernos libres!
 
El sentimiento de culpa no da la libertad que se logra con la convicción. Por el contrario, obra para estrangularnos y volvernos inútiles para Dios. ¿Se ha visto alguna vez tan arruinado por la culpa, que no ha sido capaz de hacer algo que valga la pena? Ése es el efecto del falso sentimiento de culpa, que puede derivarse de una equivoca enseñanza bíblica, de críticas, o de la baja autoestima. Éstas son todas herramientas de Satanás, cuyo mayor deseo es volvernos improductivos.
 
No permite que la falsa culpabilidad controle su vida. Usted es libre en Jesucristo. Ejercite esa libertad hoy dejando que Dios le quite el aplastante peso de la culpa.
 
Los sentimientos de culpa nos llevan a toda clase de manipulaciones psicológicas. ¿Se ha sentido alguna vez sorprendido por pensamientos que tuvo en ocasiones de mucho remordimiento? Veamos algunos resultados de esta peligrosa «manipulación».
 
Primero, la culpa tiene el potencial de turbar nuestra fe. Es posible que nos sorprendamos de nuestra conducta deplorable y pensemos: Es imposible que yo pueda ser perdonado; Dios no puede seguirme amando después de lo que hice.
 
Segundo, la culpa engendra temor, temor del descubrimiento y de sus consecuencias. Satanás quiere mantenerlo preocupado y concentrado en sí mismo; de esa manera no podrá mirar a donde se dirige!
 
Tercero, la culpa lleva al deseo de castigo. Podemos comenzar a alejarnos de las personas por sentirnos indignos de su amor. Ésta es otra trampa satánica. Como en la guerra, un soldado aislado es un blanco fácil del Enemigo.
 
Cuarto, la culpa causa una inseguridad inmensa. Una conciencia culpable termina pensando: No soy suficientemente bueno. Si fuera un mejor cristiano, no habría hecho eso. No es extraño que nadie me quiera.
 
Si está luchando con el problema de la culpa, mi oración es que deje atrás sus remordimientos y declare positivamente estas tres cosas: Soy especial. Soy amado. Soy perdonado. Dígalas en voz alta como una oración de alabanza al Señor. Repítalas una y otra vez, dejando que las palabras penetren hasta lo más profundo de su conciencia.
 
Jesús quiere que usted sea un soldado activo para Él. No permita que el Enemigo lo saque de la batalla.
 

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