[PalabrasDeFe] Descansando en Dios


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Descansando en Dios
Salmo 37: 6-8
Una de nuestras responsabilidades más difíciles es descansar en el Señor. La tendencia natural es hacer algo para continuar con nuestra agenda, pero un tercer requisito de éste salmo prohibe actuar antes de que Dios lo indique.
Descansar puede sonar fácil, pero eso exige una valentía sobrenatural ya que, por nuestra debilidad humana, nos impacientamos. La preocupación nos aleja del gozo y la confianza en el Señor; por consiguiente, los tres requisitos están interrelacionados. Debemos disfrutar del tiempo que pasamos con Dios para confiar en Él y consagrarnos a Su voluntad; esta confianza es absolutamente esencial para descansar en Su mano; y debemos estar dispuestos a descansar para deleitarnos realmente en Él.
Esperar con paciencia que el Señor actúe, es una de las pruebas más grandes de nuestra madurez espiritual. Cuanto más fuerte es nuestro deseo, más corta es nuestra paciencia. A veces queremos dictarle a Dios una agenda, pero experimentar el descanso está en Su agenda. Sólo Él entiende todas las circunstancias y sabe el preciso momento en que la respuesta a nuestra oración dará el máximo beneficio. Siempre que nos adelantamos a Su divino itinerario nos arriesgamos a cosechar desengaños, sufrimientos y pérdidas.
Antes de que usted se levante de la cama cada día, diga una oración como ésta: Padre celestial, te doy gracias por responder a los deseos de mi corazón. Hoy voy a deleitarme en Ti, consagrarlo todo a Ti, y descansar en la comprensión de que todo está bajo Tu control. Y yo esperaré Tu tiempo perfecto.
La gracia para esperar:
Salmo 62:1,2,5,6
A nadie le gusta esperar, porque implica que no tenemos el control. Ya sea que estemos en una cola de la caja del mercado o esperando a la compañía de electricidad, otra persona parece estar a cargo de la situación. Pero el pasar a la línea de la caja, nos permite pensar que tenemos el dominio sobre nuestra vida. Dolorosamente, cuando como cristianos nos aferramos a la ilusión del control, sacrificamos un principio vital de una vida bendecida: jamás creceremos en nuestra relación con Dios, hasta que aprendamos a esperar en Él.
Pausar para recibir nuevas instrucciones del Señor es esperar con determinación la intervención de Dios en nuestra vida. Mientras esperamos, Él está actuando, preparando los corazones y dirigiendo las circunstancias. Podemos tener la absoluta confianza de que Él responderá de la mejor manera y en el tiempo oportuno.
David sabía de esperar. Dios le prometió el trono de Israel, y luego permitió que se convirtiera en un fugitivo durante diez años. Acosado por el rey Saúl, David aprendió una valiosa lección: ?Sólo en Dios halla descanso mi alma? (Salmo 62:1 NVI). Pudo haber matado a Saúl en dos ocasiones, pero no lo hizo. Comprendió que controlar las circunstancias violaba la voluntad y el plan de Dios.
El aprender a hacer una pausa para recibir instrucción divina exige dos cosas de nosotros. Primero, debemos ser sensibles a la voz de Dios, lo cual exige que leamos Su Palabra y le pidamos que Él hable a nuestro corazón. Segundo, debemos confiar en Él. Si esperamos en el Señor, recibiremos lo mejor que Él tiene para nosotros.
Razones para esperar:
Lamentaciones 3:22-25
Cuando llegamos a una bifurcación en el sendero de la vida, tenemos que esperar que Dios nos muestre qué camino tomar. La oportunidad que nos parece mejor puede ser en un problema si nos adelantamos a Él. En nuestro afán por asegurar lo mejor para nosotros, pasamos por alto el hecho de que Dios tiene buenas razones para frenar nuestro avance.
Desarrollar nuestra fe. Dios quiere conformar a los creyentes a la imagen de Jesucristo, y tiene un plan específico para cada uno de nosotros. La fe se fortalece al máximo en los tiempos de dificultad. Aunque deseamos que Dios aleje la tormenta, tenemos que vencerla entendiendo Su fidelidad.
Cuando nos concentramos en lo que queremos, no en Aquel que nos da todas las cosas, nuestras peticiones nos desvían de Su voluntad. Caemos en la ansiedad, pero a Dios no lo mueven nuestras frustraciones. Como un Padre paciente, el Señor nos lleva a reconocer que un deseo equivocado ha tomado el lugar de nuestro anhelo de Él. Nuestra respuesta correcta (un nuevo enfoque en Dios), muchas veces precede a las bendiciones que recibimos.
Algunas veces, la situación no está lista para la respuesta que Dios quiere darnos. Por eso, puede ser necesario que Él disponga una serie de acontecimientos en la mente de la persona, antes de que termine nuestra espera.
La paciencia trae recompensas que superan nuestras peticiones. Sobre todo, Dios quiere que tengamos confianza en Su provisión, aunque no podamos ver las evidencias. En respuesta a nuestra confianza, el Señor derramará Sus bondades sobre nosotros.

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