Los siguientes versos compuestos por un autor desconocido, y que tradujo del inglés el poeta cubano Luis Bernal Lumpuy, llevan por título Historia de una oveja perdida:
Mucho amaba el pastor a su ovejita, y siempre la cuidaba con ternura… Con mirada amorosa la seguía mientras ella saltaba en la llanura.
Al sentarse junto al rebaño que cuidaba que dócilmente su voz obedecía, pensaba con tristeza en su ovejita, la que una y otra vez se le perdía.
Es cierto que la ovejita cariñosa adoraba a su Pastor sin una queja, pero a veces se apartaba del camino como a menudo hacen las ovejas.
A su amada ovejita extraviada llamábala el pastor con tierna voz: «Vuelve, pequeñita, porque no estás segura a menos que estés donde estoy yo.»
Pero pronto la ovejita se olvidaba y se le descarriaba irreflexiva, y sin darse cuenta de sus actos, del lado del pastor pronto se iba.
Hasta que un día, con bondad y tino, tomó el pastor su vara con firmeza, y lo que Él hizo entonces parecía algo cruel a los ojos de la oveja.
Tan fuerte fue el golpe de la vara que le quebró una pata a la ovejita, y la dejó cojeando por el prado donde antes saltaba espigadita.
Entonces, extenuada, adolorida, de rodillas cayó, y en la quietud contempló a su pastor como diciendo: «¿Quisieras explicarme tu actitud?»
Vio el amor en los ojos del pastor que bañaban de lágrimas el rostro, mientras con ternura le sanaba las fracturas de su hueso roto.
Al sentirse desamparada por completo, sin poder siquiera levantarse, se entregó sin reservas en los brazos de su Pastor, donde podía arrobarse.
Después día tras día, hasta que fue sanada, se mantuvo alejada del rebaño, llevada en los brazos del pastor y acunada y protegida como antaño.
El pastor con cariño susurraba palabras a su ahora atento oído… Estaba escuchando la dulzura que las otras ovejas no han sentido.
Sintió el afecto del cordial abrazo que le dio el pastor de corazón sincero… Y fue para su debilidad y su quebranto como una nueva bendición del cielo.
El Pastor satisfizo plenamente cada necesidad de la ovejita, que aprendió al fin en su dolor y angustia una enseñanza que nunca olvidaría.
Por fin su hueso roto fue sanado, y una vez más anduvo saltarina… Adondequiera que el pastor guiaba, la ovejita alegre lo seguía.
Así anduvo la ovejita para siempre muy cerca del pastor día tras día; porque una vez que una oveja se quebranta, ya no vuelve a perderse en rebeldía.
Las cuerdas del amor la ataron tanto en su hora de dolor y de amargura que ya no quiso apartarse de los brazos que una vez la sanaron con ternura.
Tal vez te sientas quebrantado hoy, y no entiendas por qué fuiste golpeado por la vara de un Pastor tan amoroso. ¿Será que no crees que vino de su mano?
Él sólo trata, con ese tierno golpe, de apartarte del bullicio por un tiempo, acunarte en sus brazos amorosos y acercarte a su regazo con su ejemplo.
Observa la mirada del Pastor amante, y busca su rostro con amor y anhelo… Prueba en la hora del quebranto el poder de su gracia y su consuelo.
Cuando en sus brazos tiernos te refugies y sientas cada día su mano fuerte, ¡con sus cuerdas de amor te atará el alma para que nunca vuelvas a perderte! 1
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