La "zona rosa" en debate

UNA ZONA ROSA PARA LIMA

 

Darío López Rodríguez

Dariolopez10@hotmail.com

 

Nuevamente, como en anteriores jornadas electorales, dos candidatos a la Alcaldía de Lima han manifestado públicamente su opinión favorable a la construcción de una zona rosa en algún lugar de la ciudad. Uno de estos candidatos, calificando al hecho como un ?mal menor?, ha expresado también que la prostitución es ?un problema real y debe plantearse soluciones al mismo?. Además entiende que ?no es algo simpático que en el distrito de uno se ubique una de estas zonasí, y afirma que es ?partidario de una zona rosa, con un buen control sanitario y con vigilancia?. Pero hasta el momento no ha precisado cómo hará realidad su propuesta y en qué lugar de Lima proyectará ubicar la zona rosa que propone.

 

Como promesa electoral, especialmente si se trata de ordenar la ciudad de Lima, puede tratarse en efecto de un ?mal menor? que ayude a los ocasionales clientes a contar con un servicio sexual higiénico y seguro. Sin embargo, habría que preguntar a los candidatos que han propuesto la creación de esta zona, particularmente a quien los medios de comunicación presentan e identifican como pastor evangélico, si ha pensado en los asuntos de fondo que pueden explicar las razones por las que muchas mujeres de las zonas pobres del Perú se prostituyen o son obligadas a prostituirse, y si se ha preguntado por qué existen actualmente lugares clandestinos o encubiertos de prostitución de mujeres adultas y de niñas en diferentes puntos de la ciudad que él pretende dirigir como alcalde.

 

Más específicamente habría que preguntarle, por ejemplo, si su propuesta supone una legalización de la prostitución y la aceptación de que el meretricio tiene que promoverse desde el gobierno local. Y si tiene suficiente conocimiento sobre los otros asuntos que están detrás de este sucio negocio en el que se denigra la dignidad humana de las mujeres que son explotadas por proxenetas, o de aquellas mujeres que, empujadas por la pobreza y la carencia de afecto, se ven forzadas a vender su cuerpo a clientes ocasionales que para nada tienen en cuenta que se trata de seres humanos cuya dignidad está siendo pisoteada impunemente.

 

Puede ser cierto, como lo ha señalado recientemente en una entrevista este candidato, que ?cuando una persona entra en la política y se convierte en autoridad, tiene el deber de representar a todos los ciudadanos, sin excepción, y buscar lo mejor para la ciudad?. Pero, ¿significa esto que uno tiene que separar la ética de la política, los principios religiosos de la eficacia y la eficiencia en la gestión pública, la fe cristiana de la responsabilidad ciudadana? No creo que deba ser así. Entre otras razones, porque cuando uno tiene una fe, necesita entender que los principios de esa fe no se negocian con nada y, menos aún, para ganar espacio en el mundo de la política o para captar los votos de los ciudadanos no evangélicos.

 

Los problemas más urgentes e importantes de Lima, una ciudad que ha crecido desmesuradamente y en forma desordenada en los últimos años, seguramente son otros y más complejos que el establecer una zona rosa, como la seguridad ciudadana, el ordenamiento del transporte público, la provisión de espacios públicos como parques y jardines, un programa de renovación urbana, el mejoramiento de los servicios básicos, entre otros. En tal sentido, antes de preocuparse en asuntos periféricos que sirven para la distracción pero que no coadyuvan a resolver los enormes problemas que tiene la capital de la República, un candidato tiene que preocuparse por articular una agenda de trabajo más coherente que apunte a resolver los problemas críticos y estructurales de la ciudad.

 

Cuando un ciudadano pasa del anonimato a ser figura pública, tiene que ser mucho más cuidadoso en el análisis de determinada realidad, en el debate sobre políticas relacionadas con el gobierno local y en la articulación de la agenda pública. Consecuentemente, antes de opinar sobre determinado tema, un candidato debe tener información mínima sobre el mismo y una respuesta clara que no dé lugar a más de una interpretación de lo que ha afirmado. Y eso se aprende paso a paso, porque caminar en el campo minado del mundo de la política siempre exige prudencia y una dosis de dominio propio, para evitar meter la pata a cada rato dejando la impresión de que uno puede ser un ?tonto útil?, un caricatura política. O, en todo caso, un candidato desubicado que necesita asistir primero a una escuela de formación ciudadana y de gestión municipal.

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