[Devocional_Diario] A mis amados maestros

Mis amados profes:

He trabajado bastante en estas semanas tratando de volver a organizar toda la Escuela Dominical, me ha servido volver a revisar todos esos temas que me dieron desde la cuna de la Iglesia en que nací. Mi Iglesia era una casona limeña antigua y remodelada como templo, cuando entrabas tenías que enamorarte a primera vista, porque el salón principal se asemejaba a un antiguo salón de baile, con un arco labrado y muros gruesos también decorados, el piano se veía brillante y la mesa donde se oficiaba la santa cena también totalmente labrado. El púlpito era de roble color oscuro, gigante lo recuerdo yo, detras de este estaba el bautisterio, y después de este, tres pequeños salones para las clases de escuela dominical.

Como les conté hace tiempo, mi papá se convirtió con un misionero inglés que después que se bautizó a los 19 años lo dicipuló personalmente, él fue el pastor que el misionero Richti dejó a cargo de esta Iglesia cuando regresó a su país. Entonces mi padre empezó a pastorear bien joven con primero 3 hijos varones pequeños que luego se fueron multiplicando hasta llegar a mis once hermanos. Si la familia del pastor era numerosa en hijos, se imaginarán cuán fructiferos eran los otros miembros, se tuvieron que edificar entonces otros salones para las clases de E.D. por ejemplo, un altillo todo de madera sobre el único baño que tenía nuestra Iglesia, ése fue mi salón desde pequeñita hasta adolescente, para llegar a este altillo había que subir una escalera empinada, tan chiquita, tan chiquititita que parecía que sólo podía entrar el pie de un niño, y ya arriba en el altillo no te podías parar muy ergido porque el techo de madera te tocaba la cabeza. Estos espacios, fueron mis aulas de la escuela dominical donde nací, en donde aprendí sobre mis amados personajes bíblicos, donde el hermano Sanchez nos enseñaba sus clases magistrales dejándonos a todos con la boca abierta por semejante actuación. Los demás salones de la Iglesia eran todavía más reducidos que el mío, pero a nadie le importaba no tener escritorios, sillas personales, materiales didacticos, pizarras acrílicas, juguetes ni nada. Tan sólo la Biblia y el maestro, conjugaban perfectamente porque había sabiduría y Espíritu en estos instrumentos de Dios. Cuando me tocó el turno de convertirme en maestra, sentí que Dios por fin me había concedido un gran privilegio, le iba a servir, entonces junto con la guía y cuidado de él, me metía a buscar a mis alumnos en los callejones de Barrios Altos, todas las madres del callejón me conocían, ya me esperaban con sus chiquitos bien lavaditos para que yo con mis 14 años me los llevara al «evangelio» así le decían a la Iglesia de mi papá. Al recordar esto siento una gran emoción, mi corazón tiene gratitud porque nunca tuve miedo de caminar en «la Huerta perdida» o en las calles más peligrosas de «5 esquinas» porque todos me conocían como la «Martita, la gringita del evangelio» y no me molestaban porque sus pequeños aprendían de Dios y eso era bueno para ellos. Nuestra Iglesia Emmanuel no está ubicada en la parte más peligrosa de la ciudad, los niños que asisten no tienen zapatos con huecos, o vienen sin desayunar, o trabajan en la calle limpiando carros o vendiendo caramelos, nuestros chicos son diferentes, pero también necesitan de Dios. Nuestro templo no tiene las dificultades que tuvo mi templo de la cuadra 10 de Antonio Miroquesada a dos cuadras de la Maternidad de Lima, tan chiquito e indefenso. Los salones de nuestra Iglesia en la Molina serían mansiones para mi si tuviera otra vez 3 o 4 años. Los maestros que me guiaron era gente sencilla, sin muchos estudios pero con un compromiso de servir a Dios con todas sus fuerzas, ustedes tienen además de preparación el deseo de servir con el mismo amor. ¿Ven ahora que no hay impedimento entonces para que cumplamos bien con la responsabilidad de que se formen futuros pastores, maestras, evangelistas, líderes, ministros de Diosí Los que crecimos en la Iglesia de «La huaquilla» en Barrios Altos no tuvimos impedimento, por eso nunca me aparté de mi Rey, es más, fué en mi Escuela Dominical donde decidí entregarle toda mi vida a mi Señor. ¿Crees que se puede volver a repetir la historia con nuestros niños de la IBE? Yo creo que si, por eso tengo tanto entusiasmo de volver a organizar la Escuela Dominical, hoy tenemos una infraestructura completa, materiales didácticos de primera (diría yo) y sobre todo un grupo de maestros que han entendido la visión y han decidido dejar de lado el marasmo espiritual para convertirse en sembradores de la Palabra viva, en edificadores de valiosos nuevos creyentes que tendrán una verdadera personalidad cristiana y que nadie los moverá de su fe porque como Timoteo, fue enseñado desde la niñez, nuestros niños también comprenderán que el propósito de Dios para sus vidas lo conocerán en esa aúla de la Escuela Dominical. Mis amados profesores, pídanle a Dios que les haga ver esto en visión, futuros pastorcitos, futuras maestras en cada uno de los pequeñitos que guiarán, sueñen que serán como el apóstol Pablo discipulando a Timoteo, o como Moisés enseñándole a Josué, y pronto podremos decirle a Dios, este es el fruto que tengo para darte, no ha menguado Señor, se ha multiplicado más bien por tu pura gracia. Los espero el sábado a las 9:00 y el domingo no olvidar también a las 9:00 en punto entramos a escuchar la predica del Pastor, sean puntuales. El sábado es nuestra segunda semana de capacitación, nos visitarán profesores del Diego Thomson y nos enseñarán a hacer Teatro, Mimo y Títeres, no olviden traer sus cartucheras con todo, tijeras también, si tienen retazos de telas, hilo aguja y toda la voluntad de aprender. Acuérdense también que las damas están preparando desayuno desde las 8:30 a.m. así que no hay impedimento para que lleguen temprano. Mil gracias por decidir servir a Cristo.

Martha Bardales

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