A veces Las Palabras son Dardos

A veces las palabras son dardos

            Angel

A veces, las palabras son dardos afilados, mensajeros siniestros de crueldad y dolor, que cuando son lanzados, se clavan en el alma con ímpetu y rigor.  Las palabras sin freno van cargadas de envidia, falsedad y rencor.  Aquel que las recibe halla en ellas veneno, y aquel que las expele, nada sabe de amor.

OH, qué bueno que siempre la palabra pudiera ser como un copo virginal de algodón; como una caricia, o como mensajera paloma que nos traiga paz y bendición.  Pero aunque la palabra nos sea ofensiva y dura, aunque nos manche de lodo, o haga nuestra alma sangrar, lo que importa realmente es cómo nuestra alma pura recibe aquella ofensa, y no llega a pecar.

Qué gran virtud, qué admirable norma exhibe el pecho lleno de bondad y candor cuando recibe el oprobio, y lo endulza, lo transforma y lo envía al que ofende hecho un canto de amor.   El enojo se quita con la «blanda respuesta» del que, en vez de ofendido, sonríe al ofensor. Y esto no es cosa fácil; es mucho lo que cuesta, pero es el bello ejemplo de nuestro Señor Jesús cuando dijo:

–    «Bendecid a aquellos que os maldicen», convertid en dulzura el acíbar mordaz, puesto que las palabras hermosas que se dicen enriquecen la vida, y son árbitros de paz.

Señor;

Cuando me asalte la palabra inclemente que me hiera muy hondo, o me llegue a irritar, permíteme que sea como Tú.  Permíteme que pueda yo ser manso y perdonar.  Y en pago al dolor, la burla o el ultraje que se alce contra mí, pueda yo dar a muchos, el sublime mensaje del amor que Tú me has enseñado.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí