El bandido Finlandés

EL BANDIDO FINLANDÉS
por el Hermano Pablo
Matti Hootoga había sido uno de los peores bandidos de las estepas de Finlandia y Rusia. Los crímenes que había cometido en su vida eran tantos y de tal gravedad que aun los jueces y criminalistas se impresionaban sólo de oírlo. Cuando cayó por fin preso, pesaba sobre él la pena de muerte.
En eso lo visitó en la cárcel una joven que acostumbraba leerles la Biblia a los presos. El bandido quiso burlarse de ella, así que le dijo:
—Si usted es capaz de aplicar a mi vida cualquier versículo que yo le mencione, voy a creer en sus palabras.
—Dígame el versículo —le contestó la joven.
—A ver este —continuó Matti—: « Dios , en el principio, creó los cielos y la tierra.»
La joven no se desanimó, sino que le explicó al bandido:
—Así como Dios creó los cielos y la tierra, creó también su cuerpo y su alma. Usted pertenece a Dios, y Dios lo quiere para Él.
—Siga hablando —le dijo Matti, interesado.
La joven, que era la famosa Matilde Graves, gran cristiana finlandesa, siguió:
—El siguiente versículo dice: «La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espiritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas.» ¿Entiende esto, Matti Hootoga? Su alma, debido al crimen, está llena de tinieblas y al borde del abismo.
—Siga —insistió el preso.
La joven Matilde había leído Génesis, capítulo 1, versículos 1 y 2.
—Con mucho gusto —le dijo—. Ahora escuche la lectura del versículo 3: «Y dijo Dios: “¡Que exista la luz!” Y la luz llegó a existir.»
—¿Qué quiere decir eso? —inquirió interesado el preso.
Y la joven, con toda calma y cariño para el condenado, explicó:
—Que si usted está dispuesto a aceptar el perdón de Dios, la luz alumbrará su alma, y usted será cambiado en otra persona. Ya no andará más en tinieblas, sino que Cristo será la luz de su vida.
Esto conmovió a aquel hombre terrible hasta lo más profundo de su alma. Estalló en sollozos y clamó a Dios que iluminara su degradado corazón y cambiara las tinieblas de su vida en un valle de luz.
Lo cierto es que en toda persona existe el mismo problema. Hay tinieblas espirituales en nuestra mente y en nuestro corazón. No vemos la verdad divina, y por eso vivimos en celos y envidias, en pleitos y contiendas, en dudas y desalientos. Pero Cristo es la luz que alumbra a todo el que viene a este mundo. Él es la luz de la verdad para cada uno de nosotros.

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