DECLARE LA PALABRA Y EL MILAGRO OCURRIRÁ

DECLARE LA PALABRA Y EL MILAGRO OCURRIRÁ

                                            Por Pr César Castellanos
 (Mateo 8:5-13)
Hubo un hombre que sorprendió al Señor por la clase de fe que tenía, era un centurión cuyo siervo estaba postrado en cama con una terrible enfermedad. Pero él no rogó por la presencia de Jesús en su casa para que el milagro ocurriera, sino que le dijo: «Envía Tu palabra y mi siervo sanará». La razón por la cual este hombre pudo realizar tal sugerencia era porque estaba basada en una simple analogía:
-Yo soy hombre de autoridad y sé obedecer órdenes; pero también tengo gente que está bajo mi autoridad, y ellos obedecen mis órdenes. Jesús, lo que Tú digas ocurrirá porque no hay otro ser en todo el universo que tenga más autoridad que la que Tú tienes. Y todo lo que Tú digas sucederá exactamente como Tú lo has dicho- (Mateo 8:9).
El Señor tomó como ejemplo la fe de este hombre, y enfatizó que en todo Israel no había hallado a alguien con la misma fe. Este centurión vio en Jesús más que una persona, él vio al Verbo eterno de Dios. Jesús es el Verbo de Dios vestido de un cuerpo humano. Si creemos en Su Palabra, estamos creyendo en Jesús. Todo aquel que es oveja de Jesús, oye Su voz y le sigue. Y Él les da vida eterna.
Cuando leemos la Biblia, tenemos la palabra de Dios, pero hay un momento en que sentimos que el mensaje que estamos leyendo es la palabra específica de Dios para nuestra vida. Esto trae una gran convicción en nuestro corazón, y tenemos la plena certeza de que el milagro  que esperamos ya sucedió.
Uno de los aspectos más importantes en la vida del creyente es creer a la voz de Dios. Trate de captar en su mente el cuadro de lo sucedido: El centurión era un militar del ejército romano que tenía a su cargo cien soldados. Aunque era un hombre respetado, con honores y dignidades, tenía un corazón compasivo y amaba a su siervo que estaba enfermo, a punto de morir. Cada orden que él daba a sus subalternos, era obedecida sin ningún cuestionamiento. Ellos simplemente acataban las órdenes. Más cuando se encontró ante la enfermedad, aunque le hablara, ésta no se le sometería. Cuando vio que los demonios y las enfermedades se sometían a todo lo que Jesús decía, él entendió que en Jesús encontraría su respuesta.  
   
El Poder de la palabra profética
Dios tiene una manera muy particular para sorprender a Sus hijos. Esto fue lo que sucedió con el profeta Ezequiel cuando el Señor lo llevó a un amplio valle lleno de huesos secos, los cuales estaban dispersos por todo el campo. La pregunta que le hace el Señor es: « ¿Vivirán estos huesosí». A lo que el profeta respondió: «Señor Jehová, tú lo sabes» (Ezequiel 37:3).
Qué bueno es saber que nuestro Dios nunca cambia, y que Él tiene que confrontarnos con nuestra situación. Nos lleva a mirarla cara a cara para que, a través de la fe y la palabra de autoridad, transformemos las circunstancias.
Nuestro gran desafío es ver nuestras naciones transformadas por el poder de Jesús. Mas la respuesta está en nuestra boca. «Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová» (vs. 4). 
Dios nos quiere enseñar a hablar proféticamente
Dios, al igual que un padre amoroso con su hijo, fue instruyendo al profeta para que éste pudiera actuar en un nivel de autoridad que antes desconocía. Lo llevó a profetizar por etapas, hasta ver que esos huesos eran transformados en un gran ejército que se ponía de pie, y estaban firmes y listos para la conquista.
Es importante resaltar la obediencia inmediata del profeta. Él dijo: «Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu» (Ezequiel 37:7-8).
Todo lo que estaba viviendo el profeta era en el espíritu. Dios había tomado el espíritu del profeta y había abierto el mundo espiritual para que le fuera revelada la condición actual de su pueblo, así como el modo en que la palabra profética podría cambiar el curso de la historia de su nación. La mortandad espiritual sería absorbida por la vida, y la nación experimentaría un gran avivamiento.
Declare siempre palabras de bendición, porque cuando la palabra profética es confesada, se activa el Reino de Dios y el ejército angelical entra a trabajar basándose en lo que se ha decretado.
«LO ÚNICO QUE PUEDE TRAER VIDA A CUALQUIER NACIÓN ES LA PREDICACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS»

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