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En la epístola a los Hebreos hallamos cuatro pasajes en los que Jesús es presentado «sentado» a la diestra de Dios:
– Al comienzo (Hebreos 1:3) aparece en toda su gloria: es el Hijo, el Heredero de todas las cosas, el Creador del universo y el Redentor. Poseyendo todos estos títulos, después de la obra cumplida en la cruz, volvió de la tierra y se sentó en toda la dignidad de su persona «a la diestra de la Majestad en las alturas«:
– Luego es mostrado ejerciendo el oficio de sumo sacerdote y sentado «a la diestra del trono de la Majestad en los cielos» (8:1). En otros tiempos el sumo sacerdote israelita entraba cada año en el templo, donde Dios estaba presente. No hacía sino entrar y salir, y mientras estaba en el interior permanecía de pie. En cambio Cristo ejerce permanentemente su servicio de intercesión a nuestro favor en el santuario del cielo. Él está sentado, posición de reposo, estabilidad y dignidad:
– «Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios» (10:12): es el testimonio dado a la perfección de su obra. No necesita ser renovada y tampoco se le puede agregar nada:
– Cristo «sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios» (12:2), sobresaliendo de esta nube de testigos citados en el capítulo 11 por Su andar perfecto en un mundo hostil.
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