Un Mensaje a la Conciencia – 7 mar 2007


Un Mensaje a la Conciencia

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7 mar 07

DIVORCIOS ESTILO EGIPCIO
por el Hermano Pablo

Las cifras que proporcionó la Oficina de Censos y Estadísticas de El Cairo, capital de Egipto, fueron impresionantes. El registro civil de las personas reveló que había en Egipto dos divorcios por cada casamiento. Es decir, que había dos veces más divorcios que casamientos: 700 mil divorcios contra 350 mil casamientos.

Esta desproporción fenomenal se debía, en parte, a que bajo la ley musulmana un hombre podía tener hasta cuatro esposas y divorciarse de cualquiera de ellas con sólo decirle tres veces y con voz de mando: «Me divorcio de ti.» « Me divorcio de ti.» « Me divorcio de ti.» Y la pobre señora no tenía más remedio que poner en una valijita sus pocas pertenencias y salir a buscar otro harén donde refugiarse.

Ahora bien, los magistrados y los jueces de Egipto se reunieron para reconsiderar las implicaciones de esa ley islámica, porque habían visto que tanto divorcio no sirve para la estabilización de la sociedad y la modernización del país, según los planes del gobierno.

Una mayoría de 120 jueces declararon que no debían permitirse más divorcios de esa clase en Egipto, sino sólo divorcios a través de los tribunales y por las mismas causas que aceptan los países occidentales.

«No más divorcios estilo musulmán —dictaminaron ellos—; sólo divorcios estilo cristiano, que son mejores.»

Pero aquí cabe la pregunta: ¿Acaso hay divorcios estilo cristiano? ¿Aprobó o recomendó el divorcio el Señor Jesucristo? ¿Cuál es su enseñanza en cuanto al amor, la fidelidad y el matrimonio?

Si examinamos la enseñanza del Nuevo Testamento, vemos que de ninguna manera el Señor Jesús recomendó o aun aprobó el divorcio. La ley de Moisés sí permitía el divorcio, pero Jesús aclaró que Moisés les permitió divorciarse de su esposa por lo obstinados que eran (Mateo 19:8). La enseñanza positiva de la Biblia al respecto, que no deja de ser una declaración enfática, es que el matrimonio es indisoluble y que sólo la muerte lo quiebra definitivamente.

Dios ideó las palabras amor, matrimonio, hogar. El hombre, a su vez, inventó las palabras adulterio, fornicación, divorcio. Debemos seguir, hasta lo sumo, la enseñanza de Jesucristo. Es la única que produce armonía en la persona, en el hogar y en la sociedad.

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