Un Mensaje a la Conciencia – DIEZ MIL PUNTOS DE SUTURA


Un Mensaje a la Conciencia

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30 jun 07

DIEZ MIL PUNTOS DE SUTURA
por el Hermano Pablo

María Puente, de Buenos Aires, Argentina, joven y atractiva, se detuvo frente a la vidriera de la tienda. Allí se exhibía un hermoso vestido de primavera. Siguiendo la norma de toda mujer de buen gusto, se quedó largo rato admirando los detalles de la prenda. Nunca pudo haber imaginado cómo su vida tomaría, de repente, un rumbo totalmente diferente, deshaciendo todos sus sueños.

Mientras contemplaba desde afuera el vestido, explotó un tanque de gas propano en la parte interior del edificio. Miles de fragmentos de vidrio se incrustaron en todo su cuerpo dejándola malherida y con innumerables hemorragias, algunas de ellas muy serias.

A María la trasladaron de emergencia al hospital, donde el cirujano Alejandro Mendoza y sus ayudantes le prestaron sus servicios médicos durante diez horas. Tuvieron que hacerle más de mil puntos de sutura, y el período de recuperación fue largo. Pero aunque todos sus planes se destrozaron, María sobrevivió.

Nadie está exento de situaciones imprevistas. Un accidente puede, de un momento a otro, cambiar totalmente el rumbo de nuestra vida. Una noticia inesperada puede desgarrarnos el corazón. Los malos pasos de un hijo pueden causarnos gran dolor. El descubrimiento de otro amor en la vida de nuestro cónyuge puede destrozarnos por completo. La vida tiene sus sorpresas como la que tuvo María Puente, y nadie puede anticiparlas ni preverlas.

Sin embargo, si bien no podemos anticipar los percances de la vida, sí podemos estar preparados para sobrellevar sus efectos. El mayor daño que cualquier situación adversa produce no está en la adversidad misma, sino en nuestra reacción a la adversidad. Es el daño que se produce en nuestra mente, en nuestro ánimo.

Hay personas que ante una gran pena quedan totalmente destruidas, mientras que hay otras que aunque sienten el dolor, no se amedrentan. ¿En qué consiste la diferencia? En que para unos el dolor es más grande que la fe, y para otros la fe es más grande que el dolor. Cuando tenemos confianza de que Cristo está siempre a nuestro lado, esa fe produce una paz que sobrepuja el dolor.

Pongamos nuestra fe en Cristo. Hagámonos amigos de Él, y veremos que Él estará a nuestro lado cada minuto de la vida. Aunque esta vida no es un cielo, de aquí a que lleguemos al cielo verdadero la presencia de Cristo en nuestro corazón aminorará las penas. Pongamos nuestra confianza en Él. Él desea darnos su paz. Él quiere ser nuestro amigo.

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