Devocional Diario – Lo que Dios espera del hombre.


El Señor tiene un Plan de Salvación sobre nosotros: Que seamos conforme a la imagen de su Hijo. Esta obra de Dios, que nos lleva a la salvación y al conocimiento de la Verdad, no está reservada sólo a los israelitas; el llamado a la santidad es universal pues Dios quiere que todos alcancemos en Cristo la Vida eterna. El que realmente vive comprometido con Cristo hará suya esa salvación, pero al mismo tiempo, a impulsos del Espíritu Santo y enviado por Cristo, trabajará denodadamente para que todos conozcan al Señor, vuelvan a Él y disfruten de la salvación que nos ofrece [1 Colosenses 24 – 29 ]. Esto ciertamente será ocasión de la entrega de nuestra propia vida en favor de los demás.  

 

Señor, ¿quién puede residir en tu santuario? ¿Quién puede habitar en tu santo monte? [ Salmo 15,1] .                                                  

 

Como discípulos no podemos vivir al margen de las diversas tareas en que todos hemos de colaborar para la construcción del Reino de Dios, así como en la construcción de la ciudad terrena. Ciertamente la parte mejor, el mejor momento de nuestra vida es cuando nos encontramos con el Señor en la escucha fiel de su Palabra. Pero después hemos de partir para trabajar por el bien de la humanidad entera en todos los aspectos, niveles y ambientes, de tal forma que en realidad nos convirtamos en fermento de santidad en el mundo.

 

Sólo el que vive sin tacha y practica la justicia, el que dice la verdad de todo corazón; el que no habla mal de nadie, el que no hace daño a su amigo ni ofende a su vecino [Salmo 15,2 – 3 ].

 

Al unirnos a Cristo, en Él se nos ha hecho hijos de Dios e hijos de Abraham; no sólo participemos de la fe demostrada por el patriarca sino también de sus actitudes generosas [Génesis 18,1 – 8 ], pues sólo cuando sepamos acoger a nuestro prójimo y nos preocupemos de cubrir su desnudez, de saciar su hambre, de procurar para él un techo digno, y estemos pendientes de sus necesidades para darles una solución adecuada, podremos decir que florecerán nuestros desiertos, y engendrados como hijos de Dios por obra del Espíritu Santo, nos encaminaremos con seguridad a la posesión de la patria eterna, que es el mismo Dios, que se nos ofrece como herencia a quienes jamás dejemos de confiar en Él y en sus promesas de salvación.

 

¡¡¡Espíritu Santo, lléname de tu gracia para poder servir a los demás. Unge mi alma para dedicarme a la oración meditada y ser capaz de cumplir tu voluntad, llevando a cabo mis responsabilidades como Dios quiere!!!                                                               

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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad.Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.

Juan Alberto Llaguno Betancourt

Protejamos nuestra Biodiversidad y el Medio Ambiente [Génesis 2,15; 8,22 ]

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