Devocional Semanal – Vida

VIDA

 

Nunca olvidaré aquellas lágrimas. Entre sollozos y lamentos de los deudos, el cortejo fúnebre marchaba rumbo al cementerio, destino final para la morada terrena del padre de unos amigos míos. No lo conocí en vida, pero fue inevitable compartir y sentir como propio el dolor de la familia por la inesperada muerte de un ser querido. Sin dudas un momento de mucha tristeza y gran congoja.

 

Cada semana el transporte público me lleva por la zona en donde está situada aquella necrópolis, inmenso espacio de tierra destinado a los muertos. Y mi mente – que parece no darme tregua – no sólo me lleva a los recuerdos de aquel día, sino también a las veces que estuve allí para darle el último adiós a un pariente.

 

Pero siempre me inquieta imaginar el truncado potencial humano que yace bajo ese suelo…

 

…los sueños que jamás vieron la luz del día.

…los proyectos sin concluir que fueron sorprendidos por la muerte.

…los recuerdos personales que se esfumaron con el último aliento.

…los viajes que no lograron llevarse a cabo.

…los sentimientos que no fueron expresados en palabras.

…los segundos, los minutos y las horas que fueron malgastados en los pensamientos negativos.

 

Tiempo atrás compartí, a través de estas líneas, una reflexión sobre la inmensa atención que los seres humanos le damos al hecho de prolongar la vida. Y esto – muchas veces – a costa de dolorosos tratamientos, costosas intervenciones, y no pocos sufrimientos. ¡Queremos vivir! Y eso está muy bien.

 

Sin embargo, como si se tratase de un juego de extremos, gran cantidad de gente transita sus años sobre la Tierra como si la vida jamás se fuese a terminar, sin reparar en lo que de veras importa.

 

La Biblia dice, refiriéndose a una frase de Jesucristo: «yo conozco tus acciones, que tienes nombre de que vives… pero estás muerto». Apocalipsis 3.1b (RVR60).

 

¡Valoremos nuestra existencia! ¡Hagamos lo que sabemos que debemos hacer! (usted sabrá lo que aplica a su situación personal). Pero por sobre todo, que el «imperio» de lo urgente no nos lleve a postergar las cosas importantes. Entre ellas – debo recordarlo, al igual que en ocasiones anteriores – el hecho de atender nuestra necesidad espiritual, esa que sólo se satisface conociendo y tratando personalmente a nuestro Creador.

 

En la ciudad de Ensenada, al sur de la ciudad capital de mi país, leí el siguiente «graffiti» escrito en una pared: –«Que estés respirando… ¡no significa que estés vivo!»

 

¡Buen Fin de Semana!

 

 

CRISTIAN FRANCO

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