Devocional Diario – Seis pedidos de David a su Dios

 
 
 
  Seis pedidos de David a su Dios
  
Alberto Mottesi
 
 
Una de las cosas más lesivas para nuestro concepto hispanoamericano de machismo, sería que nos vieran de rodillas en un templo. Eso sería una vergüenza, un deshonor, una mancha imborrable que se estamparía en nuestra foja personal. "El rezo que sea para las mujeres—decimos—con mal fundado orgullo—los hombres ni lloran, ni rezan, ni suplican ni se humillan".

Sin embargo la práctica de la oración, y muchas veces de rodillas, ha sido la de los hombres más grandes que han existido. Y para citar un solo ejemplo magno, digamos de Jesucristo. El salmo 86, escrito por el rey David, es una oración. Una oración que quizá no hizo de rodillas, sino tirado en el suelo, como era costumbre orar cuando la carga espiritual era demasiado grande.

No tengo espacio para detallar todo el salmo 86, pero quiero destacar unos seis pedidos claros y directos que hizo el pastor-salmista y rey que era David.

Número uno, "Alegra mi alma" Así lo dice en el verso 4. En la tristeza y preocupación que lo cargan, el hombre pide alegría para su alma triste.

Número dos, "Escucha mi oración" Así lo expresa en el verso 6. Desde el polvo donde está tirado, eleva su voz en oración, y confía en que Dios lo escuchará.

Número tres, "Enséñame tu camino" David sabe que muchos de sus males le han venido por haber equivocado el camino de Dios. Por haber hecho algo contra la voluntad de Dios. Por eso afina la puntería de su oración y pide lo que debe pedir: "Enséñame, Señor, a vivir en tus caminos".

Número cuatro, "Afirma mi corazón, para que tema tu nombre". Lo que está pidiendo aquí, en el versículo 11, es coraje y fuerza moral para poder cumplir con Dios. Porque se necesita un corazón valiente, para plantarse en contra del mal, y oponerse a él.

Número cinco, "Mírame" Esto lo dice en el verso 16. Sin atreverse todavía a levantar sus ojos a Dios, pide que Dios lo mire a él.

Tal y como un niño que ha hecho una travesura no se atreve a levantar sus ojos hacia su padre, pero desea que su padre lo tome en brazos, lo bese y lo perdone.

El pedido Número seis está en el verso final: "Haz conmigo señal para bien". El rey pide una confirmación, una señal que Dios le dé, para estar seguro de que su oración ha sido escuchada y contestada. ¿Deseas tu, amigo mío, amiga mía, orar en esta forma? Toma tu Biblia, busca el salmo 86, dobla tus rodillas, y haz tuya esta oración, palabra por palabra. ¡Cristo se hará más real en tu vida!




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