Devocionales Cristianos – Las Mentiras

Devocionales Cristianos – Las Mentiras

 

Desde la niñez, el deseo de mentir se hace evidente. Los niños mienten imaginándose cosas, mienten imitando a sus padres, mienten al exagerar las cosas, mienten para ser aceptados en su nucleo social, mienten para evitar el castigo, mienten para ser recompensados, mienten con el fin de desquitarse.

A medida que el niño crece, el habito de mentir es algo que se va quedando atrás. Pero en muchos casos, el hábito de mentir se convierte en una costubre a medida que el niño llega a joven y luego a adulto. Toda persona en algún momento de su vida miente, aunque luego se resienta.

Recuerdo haber  oído una anécdota de George Washinton donde se declaraba que él nunca había mentido. Creo que la gran mentira sobre Washinton fue negar que nunca había mentido.

Un complejo de inferioridad en el joven o adulto, le puede hacer víctima de la mentira con el fin de impresionar a otros. Aquellos que viven en una falsa relación con Dios, constantemente recurren a la mentira para obtener lo que desean y franquearse falsamente el favor de otros.

La persona adicta a las mentiras o el mentiroso crónico, llega al extremo de creer sus propias mentiras. Las mentiras son madres de mentiras, es decir, una mentira lleva a otra mentira, con el fin de ocultar la primera.

El mentiroso es un individuo que experimenta un desajuste de personalidad y un desorden de carácter que lo motiva a sentirse inseguro de sí mismo y a refugiarse detrás de las apariencias.

La Biblia aconseja: «Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros» (Efesios 4:25). La exhortación divina es un llamado a divorciarnos de la mentira y a decir siempre la verdad.

El mentiroso se identifica como hijo del Diablo, citamos: «Ustedes son hijos del Diablo y les encanta actuar como él… para él la verdad no existe. En él mentir es algo completamente normal, porque es el padre de la mentira» (Juan 8:44, Nuevo Testamento Viviente).

Los mentirosos estarán excluidos de la ciudad eterna: «No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que se hace abominación y mentira…» (Apoc. 2l:27).

Querido amigo, no permitas que la mentira te aleje de las promesas divinas. Deja que Jesucristo tome control de tu carácter. No dejes que la mentira se enseñorée sobre ti. Cuando el deseo de mentir se quiera apoderar de ti, recházalo en el nombre de Jesús y tendrás victoria.

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