Un Mensaje a la Conciencia – CÁLCULOS EN EL CALENDARIO

Un Mensaje a la Conciencia

29 dic 07

de nuestro puño y letra
CÁLCULOS EN EL CALENDARIO
por Carlos Rey

Había que deslumbrar a todos los invitados a la gran fiesta que iba a celebrarse en el lago Titicaca. ¿Acaso no era eso lo que esperaban de uno de la talla de él?

Por eso, con bastante anticipación, se había puesto a tejer la fina trama de un manto digno de su posición social. Sería un manto tan elegante que los mantos de sus pobres rivales parecerían paños de cocina.

El zorro lo vio trabajando y no pudo contener las ganas de entrometerse.

—¿Estás de mal humor? —le preguntó.

—No me distraigas —le contestó secamente—. Estoy ocupado.

—¿Para qué es eso? —insistió el zorro.

Así que le tocó explicárselo.

—¡Ah! —dijo el zorro, regodeándose con las palabras—. ¿Para la fiesta de esta noche?

—¿Cómo que esta noche? —respondió incrédulo, pues nunca había sido bueno para calcular el tiempo—. ¡Y yo con mi manto a medio hacer!

Mientras el zorro reía entre dientes y se alejaba, el descorazonado sastre resolvió que, de una manera u otra, terminaría su manto antes de la fiesta de esa noche. No había tiempo que perder, así que abandonó su acostumbrada delicadeza y empleó hilos más gruesos, y la trama, a todo tejer, le quedó más extendida. A eso se debe que el armadillo tenga caparazón de urdimbre apretada en el cuello y abierta en la espalda. 1

Afortunadamente a los armadillos de los mitos indígenas como éste les perdonamos sus malos cálculos. En cambio, no somos tan caritativos con los seres humanos. «Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre — les contó Jesucristo a sus discípulos—. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: «Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.»» 2

Cristo empleó esa parábola para ilustrar lo que cuesta ser verdaderos discípulos suyos, pero también sirve para ilustrar la importancia de no descuidar a nuestros hijos. ¿Acaso no somos los padres de familia los responsables de la formación del carácter de ellosí ¿Y no son ellos nuestros bienes raíces más valiososí ¿Cómo vamos a quedar si comenzamos esa formación y la malogramos «a medio hacer», como hizo el mitológico armadillo? Eso sucede cuando calculamos mal el tiempo que ellos requieren de nosotros para su buena formación. Si vamos a cumplir el encargo de San Pablo de criarlos según la disciplina e instrucción del Señor, 3 tendremos que dedicarles el tiempo que se merecen. Eso nos obligará a darles más prioridad de la acostumbrada en nuestro calendario, no sea que nos salgan con un carácter apretado en el cuello y abierto en la espalda.

A Dios gracias que Él, como Padre nuestro, sí les dedica tiempo a sus hijos, y que si es costoso ser discípulo en calidad de hijo, será porque es tan valioso ser hijo del Padre celestial. Para llegar a serlo, no tenemos que hacer más que recibirlo y creer en el poder que tiene para hacernos hijos suyos. 4 No calculemos mal. Hagámoslo hoy mismo, antes de la fiesta eterna en el cielo.


1 Eduardo Galeano, Memoria del fuego I: Los nacimientos, 18a ed. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1991), p. 27.
2 Lc 14:28-30
3 Ef 6:4
4 Jn 1:12

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