Estudios Biblicos – Dios Nos Hace Famosos

Dios Nos Hace Famosos

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«Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente. Su fama se extendió por toda Siria, y le llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los sanaba.
Lo seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y de la región al otro lado del Jordán.»


MATEO 4:23-25


Estamos viviendo en un tiempo especial de Dios en lo que a la libertad cristiana se refiere. En algunos países es común ver canales de televisión totalmente cristianos, estaciones de radio dedicadas a la música y los mensajes de la Palabra de Dios, revistas, librerías e Internet. Hasta hemos podido penetrar en los canales privados y difundir programas de televisión donde se muestra el mover de Dios usando a determinada iglesia o al hombre de Dios que dirige esa congregación.

Se puede decir que hemos logrado «invadir» un terreno que antes era infranqueable para el pueblo cristiano, hemos avanzado en nuestra comisión de llevar el Evangelio a cada persona, en cada rincón del planeta. Pero, esto ha traído consigo la necesidad de lidiar con la «fama».

Indudablemente debemos tratar con este problema un tanto incómodo a veces, pues al recibir constantes «alabanzas» de parte de nuestros hermanos, siempre está la tentación de quedarnos con un «poco» de la gloria de Dios. O ¿nunca te ha pasado esto? «Oh pastor, cómo Dios te usa, ¡que unción!»; «¡Definitivamente tú eres el ungido de Dios, qué bendición se sintió mientras dirigías la alabanza, es que tu voz sola ministra!

¡Ay, cómo tendemos a idolatrar a nuestros lideres usados por Dios! Si pensamos que hacemos un favor haciendo esto, la verdad es que no es así. No te digo que no le podemos decir nada a una persona que Dios usa, a veces es bueno escuchar que Dios se paseó entre las personas mientras «hacíamos» la obra de Él. La culpa no la tiene el pueblo, depende de la persona que recibe los halagos para Dios: El quedarse con ellos o entregárselos todos a Dios.

Esta generación de cristianos que se está levantando, se está acostumbrando a un estándar o modelo a seguir en la obra de Dios, por lo que ven, están haciendo las personas que Dios «más usa» en su iglesia, que está distorsionando la esencia del llamado a servir a Dios. Quizás es por esto que al preguntar en una conferencia de jóvenes «cuántos desean servir al Señor?» se pueda escuchar un gran «¡Aménnnnn!». Las personas se entusiasman y quieren servir a Dios porque les parece atractivo que al hacer la obra de Dios conlleva, por lo que ven, viajar por varias partes del mundo, predicar en estadios llenos (sabiendo que las personas van por Dios, pero en gran parte porque saben que esa persona que va a dirigir es «muy usada» por El), salir en televisión, radio y pagina Web propia, reconocimiento, multitudes, escribir libros, poder cantar sus propias composiciones (los que tienen dones musicales), conciertos, campañas, etc.…

Lo que quiero decir es que la gente joven se está enamorando más de la fama que Dios nos da al ministrar Su poder, que del que hace posible todo esto: Jesús.

Por más que queramos disfrazar con piedad y «humildad» lo que hacemos para Dios, cada quien conoce la realidad que hay en su corazón, si le permitimos al Espíritu Santo examinarlo y sacar de allí las intenciones oscuras que albergamos en él.

¡Qué fácil es olvidarnos del que hace posible que sucedan todas las cosas maravillosas que «hacemos» mientras ministramos en el nombre de Jesús! Utilizamos el rótulo de «quiero servir a Dios» cuando en realidad lo que buscamos muchas veces es el ser reconocidos y admirados por los talentos y dones que nos ha dado Dios. No pretendo acusarte ni des motivarte con estas palabras, más bien que no le permitas al orgullo, arrogancia y pretensión apoderarse de tu corazón. Haz un examen pidiendo la sabiduría de Dios.

Si Dios nos ha permitido tener fama, que sólo le pertenece a Él, es sólo con el propósito de usarla para llevar a toda esa multitud que nos sigue a Sus pies. En realidad no nos siguen a nosotros, la multitud busca algo a qué aferrarse, que traiga ilusión y alegría. Algo que los ponga a soñar, aunque sea por el tiempo que dure una canción. Que la realidad que esta viviendo no es para siempre, que tiene esperanza en que en algún momento su vida va a cambiar. La multitud nos sigue porque quiere lo que hace posible que nosotros transmitamos y vivamos todo eso que ellos sienten al vernos y oírnos. La gente quiere al dador de todo eso, sólo que, al igual que nosotros, se conforman con los actos externos y no con la esencia.

Que prefieres ¿la fama o al dador de ella? «pues es obvio que…» ¡espérate! No contestes tan rápido. Sin importar en que área le sirves a Dios: niños, jóvenes, haciendo aseo en tu iglesia, misionero, evangelista, pastor, maestro, oración, en el área administrativa, en tu lugar de estudio, trabajo, en un grupo en casa, etc. Dios te ha dado fama con los que te rodean. Úsala para Su bien, úsala para mostrarle a otros al dador de esa fama y llevarlos a Él.

Un personaje disfrutó de la fama, tenía dones como ningún otro. Aparte de todo, era muy bien parecido. Tenia una voz excelente, habilidades para tocar todos los instrumentos existentes, influencia sobre los muchos otros, tenía discípulos que serían la envidia de cualquier pastor o líder, pues lo seguían a él y querían ser como él. Pero este personaje utilizó mal la fama: se quedó con ella. No llevó a los que le seguían al que le había dado todo, por lo cual le admiraban, sino que los atrajo hacia sí mismo. A pesar que le servía y tenía intimidad con Dios, prefirió sentirse orgulloso de sus talentos y volverse soberbio.
Su actitud le trajo como consecuencia el ser excluido del servicio a Dios, y con él a todos los que se identificaron con él, y decidieron imitarle y apoyar su decision.

Este personaje fue Satanás y no debemos imitar su conducta. Está cerca el momento en que el verdadero autor de la fama se manifestará, se apoderará e irrumpirá en todo evento donde alguien esté disfrutando de ella, aunque no le esté dando la gloria a Él. Veo el día en que en un estadio se congreguen 90.000 personas para ver a su artista favorito (sea para Dios o no) y de pronto se sienta un estruendo que nunca podrá producir un instrumento o voz de cualquier persona, por muy prodigiosa que sea. Será el rugido de Dios que revelará al dueño de la gloria que se la atribuían falsamente los hombres. Todos, en esos lugares, tendrán que doblar sus rodillas sin excepción ante la presencia del verdadero artista y se asombrarán del espectáculo que su sola entrada produce entre los asistentes.

Veo también el momento, y le pido a Dios que me permita ser testigo presencial de ese día, en el cual Dios irrumpa en nuestras iglesias donde se invoca su nombre, pero que los hombres que están a cargo de esas congregaciones, que aunque con su boca le den la gloria a Dios, con su corazón, con sus hechos demuestran lo contrario. Cuando dejemos de anhelar servirle por lo que nos ofrece en lugar de darle culto sólo a El, veremos su gloria. ¿Qué prefieres ahora ¿parte de su fama o a El? Dios es más que la fama que le acompaña.

Devocionales Cristianos www.devocionalescristianos.org

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