Articulos Cristianos – Voceros de Satanas

Articulos Cristianos – Voceros de Satanas

La convicción es el resultado del Espíritu Santo que habla a nuestras vidas. La convicción ve lo que está mal, pero también nos dice qué hacer al respecto para que todo se arregle. La buena nueva de Jesucristo trae liberación de la condenación y la culpa, y muestra a las personas que Cristo ya ha hecho justo al creyente que está en él. A nadie se le ha asignado la tarea de poner a otra persona bajo condenación. Yo puedo hacer sentir culpable a una persona, y usted también. Es una segunda naturaleza para la mayoría de las personas. Pero cuando lo hacemos, nos convertimos en voceros del diablo.

Píenselo: el oficio de Satanás es acusar y condenar a los hermanos. Por eso, cuando comenzamos a cerrar las mandíbulas para condenar a alguien, nos hemos unido en suyo con Satanás. Acabamos de convertirnos en sus voceros o anunciantes de TV, sus embajadores personales, trayendo condenación a los que nos rodean. Y una cosa es tan segura como la muerte y los impuestos: ¡Recogeremos más condenación de la que hemos sembrado!

Satanás nos acusa delante del padre día y noche, pero la palabra de Dios, en Apocalipsis 12.11, nos dice que los justos Le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Para superar el impacto de las acusaciones de Satanás, debemos sumergirnos en la sangre de Cristo, el precioso Cordero de Dios. Debemos vencer las mentiras de Satanás por medio de la palabra de nuestro testimonio, crucificando voluntariamente nuestras vidas y deseos para resucitar a la nueva vida en Cristo y permanecer en su justicia.

En Colosenses 2: 13-16, Pablo habla de dos formas por medio de las cuales Dios proveyó para que fuéramos libres de la condenación. Primero, dijo que todos los hechos pecaminosos pasados pueden ser perdonados. ¿Por qué? Jesús ya ha pagado por ellos en la cruz. Segundo, por medio de la muerte de Jesús, Dios dio por terminada la ley de Moisés como medio de lograr la justicia ante Él. Si la ley pudiera continuar siendo utilizada como medida de justicia, cada ves que el hombre quisiera acercarse a Dios, Satanás estaría allí para acusar a la persona de algún estatuto o norma o código que ha quebrantado. Nadie pudo guardar perfectamente la ley. Esta se convirtió en una barrera, un obstáculo para que todos llegaran a Dios. Así que por medio de la muerte de Jesús, Dios clavó la ley, esa barrera, a la cruz. Ni siquiera Moisés, que dio la ley, estuvo a la altura de ella. Cuando perdió la paciencia, perdió su herencia de entrar a la Tierra Prometida.

Pablo escribe en Romanos 6:6… Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Cuando Jesús murió en la cruz, ese viejo hombre, esa vieja naturaleza carnal rebelde, fue crucificada con Cristo. Pero aunque Jesús clavó nuestra naturaleza rebelde a la cruz, su sacrificio en el calvario no servirá para nada a menos que conozcamos ese sacrificio y respondamos apropiadamente a su gracia. Un poco más adelante, en ese mismo capítulo, Pablo aconseja a los creyentes: Romanos 6:11: Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. En otras palabras, lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz es un hecho completo que está en el pasado. Pero tenemos que reconocerlo por fe para que tenga valor en nosotros.

La buena noticia para todo creyente, es esta: la ejecución de nuestro viejo hombre, nuestra naturaleza rebelde, se produjo hace dos mil años. El problema es que aún queremos ayudar a Dios haciendo algo para corregir nuestros errores. El viejo hombre sólo tiene un destino en Dios, y se llama ejecución. Lo único bueno que podemos hacer con el viejo hombre es asegurarnos de que esté muerto. No podemos reformarlo, ni hacerlo religioso, ni orar por él, ni cambiar su carácter. Lo único que se puede hacer con el viejo hombre, es matarlo. La solución que Dios nos da es la ejecución de nuestro viejo hombre. ¿No es hermoso? Dios desea que el nuevo hombre, Cristo, sea formado en nosotros.

Romanos 8:1 nos dice: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús… Mientras yo viva bajo condenación, no soy una amenaza para Satanás. Por eso él quiere mantenerme allí. Las únicas personas que pueden enfrentar adecuadamente a Satanás, son las que han escapado de la condenación por medio de la cruz. Jesús murió para rescatarnos de las ataduras, pero mientras estemos bajo una condenación, de cualquier clase que sea, no podremos vivir en la libertad de Romanos 8.

Durante siglos, la iglesia ha obrado así, viviendo en la derrota del viejo hombre. Pablo dice aquí que no hay ninguna condenación para los que están (Y esta es la única condición) en Cristo Jesús. Si estamos en Cristo, nuestros pecados son cubiertos por su sangre. Si estamos fuera de Cristo, estamos viviendo bajo condenación. Hemos sido sentenciados a muerte. Somos como prisioneros, esperando que se cumpla la sentencia de muerte. Oh, sí, comemos, bebemos, miramos la televisión, vivimos nuestra vida en la tierra, pero estamos esperando la sentencia de muerte. Todo aquel que cree en Jesús está en Cristo, donde no hay ninguna condenación.

En la cruz, Jesús obtuvo una victoria total, irreversible y eterna sobre Satanás. Nada en esta era ni en ninguna era por venir puede cambiar la victoria que Jesús obtuvo sobre Satanás. Ahora si nosotros elegimos adherir a la ilegalidad del legalismo, ese ya es un problema nuestro. A Dios jamás podrá interesarle que todos esos legalismos nosotros los cometamos en su nombre, Él no se dará por enterado y, lo que es peor, nos dejará en libertad pero a un costado para que recibamos lo que nos venga conforme a nuestras propias decisiones que nada tienen que ver con la escritura.

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