Devocional – ¡Coraje! ¡Persevere!

Ten ¡Coraje! ¡Persevere!

«Pero yo cumplí siguiendo al Señor mi Dios» (Josué 14:8)

 



Un evangelista que estaba enfrentando desánimo y crítica, un día dijo para un colega: «Don Guillermo, estoy pensando en abandonar todo». Guillermo contestó: «¿Por qué usted muestra su renuncia para mí? Cuando usted comenzó su trabajo, me dijo que había sido llamado por el Señor Jesucristo para predicar al mundo sobre Él. Creo que lo mejor sería que usted presentara su renuncia a La persona que lo ha llamado.

Vamos a doblar nuestras rodillas aquí, y usted dirá a Él que va a abandonar su ministerio. Deje que Él oiga lo que acabó de decirme — que es muy difícil, que muchas personas lo critican. Diga al Señor — Él es la persona que lo envió». «Bien, temo hacer esto», él contestó. «Temo que Él me mande continuar con el trabajo». «Si es eso lo que Él quiere, ¿no cree que sería mejor que usted prosiga?» «¡Creo qué sí!» Llenándose de coraje y rehusando mirar para atrás, el evangelista continuó «arar la tierra y sembrar para la gloria de Dios». («recuérdese de todo el Camino», William C. Townsend)

¿Cuántas veces nosotros pensamos en desistir de nuestros sueños simplemente porque el camino es duro y lleno de percances? ¿Cuántas veces oímos a alguien decirnos que estamos perdiendo tiempo o qué nunca conseguiremos alcanzar nuestros propósitos? ¿por qué insistir? ¿Por qué conservar la esperanza que parece nunca irá a materializarse?

Cuando verdaderamente aceptamos el ministerio que Dios nos confió, necesitamos estar listos para la dureza de la caminata y para las críticas que en todo el tiempo nos acompañarán. Al final, siempre hubo y siempre habrá obstáculos en la caminata del siervo de Dios. Serán las piedras del camino, las piedras que tendremos de cargar en la espalda y las piedras que serán echadas en contra de nosotros.

«¡Desista!» una voz murmurará en nuestros oídos. Pero, ¿por qué desistir? Somos hijos del Altísimo. Somos llamados y enviados por Él. Mayor es lo que está en nosotros de lo que qué está en el mundo. Si desviamos la atención de aquella voz insistente, pero insignificante, podremos contemplar al Señor Jesús Cristo diciéndonos: «¡Coraje! ¡Estoy a tu lado!

¡Continúa! No hay cosa alguna en este mundo que pueda impedir su conquista. ¡Estoy y siempre estaré contigo!»

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